No te quedarás con él Capítulo 9

No te quedarás con él Capítulo 9

Capítulo 9 Un acuerdo post nupcial

—Esto no es una negociación, estoy anunciando esto. No hay ninguna posibilidad de que te lleves a los niños contigo, la ley me los dará a mí. Puedes intentarlo si no me crees. A pesar de las palabras carentes de emoción de Santiago, su tono era sobrecogedor sin necesidad de enfadarse. Tal y como esperaba, la expresión de Melinda empezó a cambiar. Aun así, hizo todo lo posible por mantener la calma. Después de todo, su oponente era Santiago Falcó. No había nada que un hombre de su influencia y poder en Ciudad del Valle no pudiera hacer. Empezó a entrar en pánico cuando se dio cuenta de que no tenía ningún control sobre cómo iba a terminar esto. —Puedes pensarlo un poco. —Su mirada se intensificó mientras murmuraba—: Pero debo recordarte que no hay nada que quiera que no pueda tener. Una Melinda muda se sintió de repente como un globo desinflado en el momento en que escuchó aquellas palabras. Sintió como si el tiempo se hubiera detenido durante unos segundos. Tomando el acuerdo, ella levantó la mirada para ver sus ojos. —¿Por qué tienes tantas ganas de casarte? —Porque no puedo ocultar mucho tiempo que tengo hijos —confesó—. No quiero que el público hable de que soy alguien con una vida privada desordenada. Esto era algo a lo que Santiago era sensible debido a su padre. —¡Pero un matrimonio sin amor que se mantiene por un acuerdo solo puede durar un tiempo! Melinda quería convencerlo de que desistiera de su idea. Su rostro distante y apuesto se volvió frígido en ese instante. —¿Cómo piensas pagarme los siete años que me ocultaste el nacimiento de nuestros hijos? Ella se sintió un poco aprensiva por su actitud general. Por lo tanto, no tuvo más remedio que transigir para no enfurecer al hombre si quería ver a los niños. Con eso, empezó a leer el acuerdo delante de sus propios ojos. «1. Debe estar en casa antes de las siete de la tarde». «2. Hacer el papel de padres enamorados delante de los niños». «3. Se les prohíbe tener contacto cercano con el S**o opuesto. En caso de daño a la reputación al ser descubiertos por los medios de comunicación, se producirá el divorcio y Melinda Pardo perderá todo derecho a ver a los niños». «4. Debe anunciar al público que Santiago Falcó y Melinda Pardo llevan siete años casados en secreto». Melinda tenía el ceño un poco fruncido cuando terminó de repasar el acuerdo. —¿Todo esto no es para atarme? ¿Y qué hay de ti? ¿Puedes hacer lo que dice el acuerdo? —Sí. Una vez más, el tiempo parecía haberse detenido cuando sus miradas se cruzaron. ¡Bum! El sonido de un trueno surgió de las nubes antes de que un relámpago fulgurante brillara afuera de la ventana. Seguía lloviendo a cántaros. Aunque Melinda era reacia, acabó cediendo por el bien de los niños. Santiago le pasó un bolígrafo porque sabía que ella firmaría el acuerdo. Después de tomar el bolígrafo, Melinda estuvo aturdida durante todo el proceso en el que estampó su firma en el papel. —¡Papi! Mamá. Cuando Melinda escuchó eso, volteó de inmediato y vio a Samuel entrando al estudio mientras sostenía la mano de Pamela. Abrumada por las emociones, bajó hasta ponerse a su altura y alargó la mano para tirar de ellos y abrazarlos. —Papá me dijo que los dos están casados. —Los ojos de Samuel brillaban de emoción mientras preguntaba—: ¿Es verdad, mami? Por otro lado, Pamela hacía girar los mechones de cabello de Melinda alrededor de sus dedos mientras preguntaba con su voz infantil y dulce: —Mami, nuestra familia de cuatro no tendrá que separarse nunca a partir de ahora, ¿verdad? La impaciencia de los niños rompió el corazón de Melinda. «Debieron esperar día y noche durante seis años para que llegara este día…». —Así es. Ya no estaremos separados. Ella estaba llena de todo tipo de emociones ahora. Sentía que les debía a los niños demasiado de lo que se merecían. —¡Sí! Samuel estaba tan extasiado que daba saltitos. Mientras tanto, Santiago estaba mirando esto cuando frunció el ceño, su mirada se profundizó. Solo quería asumir su responsabilidad como padre. No quería ser perseguido por los medios de comunicación y que le hicieran sentir que era una basura como lo era su padre. —Mami, tengo sueño. —El niño miró a Melinda mientras estaba en sus brazos—. ¡La Señorita Vera nos preparó una habitación súper bonita! ¿Quieres venir a echar un vistazo? —¡Vamos! —Pamela tiró de Melinda hacia la puerta—. ¡Y hay una gran campana de viento que canta! Los niños la condujeron a la habitación, que sí estaba muy bien decorada. Melinda se sintió aliviada al ver lo felices que eran sus hijos. No había nada en este mundo más importante para ella que sus hijos. Valía la pena, aunque tuviera que sacrificar su felicidad para compensar a los niños. —¡Mami, tienes que dormir con papá esta noche! —mencionó Samuel antes de añadir con sensatez—: Hace siete años que no se ven. Seguro que tienen mucho de qué hablar. —No te preocupes por eso. Melinda acarició la cabeza de su hijo. Pamela entonces levantó la vista mientras repetía: —Mami, tienen que dormir juntos desde que están casados. Aquí no hay habitaciones de sobra. «¿Acaso estos mocosos se preocupan por nuestros arreglos para dormir?». —¡Mami, déjame llevarte a la habitación de papá! Samuel agarró feliz la mano de Melinda otra vez antes de empujarla al dormitorio principal. Santiago seguía de pie en el mismo sitio, con las manos en los bolsillos, el rostro y el aura fríos. Cuando los niños soltaron a Melinda, se dieron la vuelta y se marcharon, sin olvidar cerrar la puerta del dormitorio por consideración. Melinda sintió que el corazón le daba un vuelco en cuanto se cerró la puerta. Bajo la brillante luz de la habitación, los ojos de los dos adultos se encontraron. Melinda de inmediato se sintió abrumada por la vergüenza, ya que nunca se le había ocurrido lanzarse sobre Santiago. —Ya que estamos casados, y está estipulado en el acuerdo que tenemos que actuar como si estuviéramos enamorados delante de los niños… —Sus sensuales labios se entreabrieron mientras ronroneaba—: Es solo cuestión de tiempo que nos acostemos. Se dio la vuelta y se marchó al baño justo después de hablar. Melinda se recuperó cuando escuchó el sonido del agua corriendo. Por alguna razón, de repente se sintió nerviosa cuando miró en dirección al baño. Debido a un acuerdo matrimonial, estaba enredada con el hombre del que se había estado escondiendo durante los últimos siete años. Temía no volver a separarse de él en toda su vida. La única forma de divorciarse era avergonzar a la Familia Falcó. Sin embargo, nunca volvería a ver a sus hijos si eso ocurría. Santiago pronto terminó su ducha y volvió a la habitación con solo una toalla alrededor de su cintura. —¡Ah! La visión sobresaltó tanto a Melinda que rápido se tapó los ojos y se dio la vuelta, con el corazón latiéndole como si en su pecho galoparan caballos.
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Score 9.3
Status: Ongoing Type: Author: Artist: , Released: December 22, 2023 Native Language: Spanish

How To Read Novela Leer No te quedarás con él (Melinda y Santiago) Novela en línea 

Melinda es abusada por un Santiago pasado de copas en un evento de recaudación. Ella se va a vivir a un pueblo donde da a luz a sus dos hijos gemelos, Samuel y Pamela quienes buscan a su padre cuando crecen, pues no aguantan la burla de los demás por no conocerlo. Cuando logran conocerlo, Santiago le quita los hijos a Melinda y esta va a buscarlos en la Mansión Falcó llegando a una tregua con Santiago, la cuál consistía en casarse con él. La madre de Santiago se opone a esta relación, al igual que Mónica, la supuesta actual novia de Santiago. Santiago no puede comer alimentos sólidos por una enfermedad gastrointestinal que tiene, se alimenta de suplementos, pero se da cuenta que la comida de Melinda no le hace daño, haciendo que la busque y que todos crean que se trata de un chef internacional. Santiago empieza a enamorarse de Melinda, haciendo cosas como irracionales y fuera de lugar para todos los demás.
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No te quedarás con él - Samuel y Pamela

En la cena benéfica se reunían personas prominentes y adineradas, y las deslumbrantes linternas parpadeaban sin cesar. También se desarrollaba una acalorada batalla en una lujosa suite situada sobre el salón. —¡No! —exclamó horrorizada Melinda Pardo. Luego, una mano gigante le agarró la muñeca. Tras perder el equilibrio, fue arrojada sobre una suave cama, y un cálido cuerpo la cubrió por detrás. —¿Qué haces? Suéltame. Al darse cuenta de las intenciones del hombre, Melinda forcejeó desesperada, pero el hombre venció rápido toda su resistencia. Su cintura se levantó de repente antes de que le siguiera un dolor agudo, haciendo que el rostro de Melinda se pusiera pálido. Al sentir su resistencia, el hombre hizo una breve pausa para besar su esbelto cuello y la tranquilizó con voz ronca. —Te compensaré.
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