No te quedarás con él Capítulo 7

No te quedarás con él Capítulo 7

Capítulo 7 La Señora Falcó insiste

En la reluciente y enorme casa de Puerto Esmeralda, Santiago presentó a los niños de manera oficial al mayordomo y a los empleados domésticos. —¡Hola, Joven Samuel y Señorita Pamela! La multitud que hacía fila y saludaba a los niños se alegraba con sinceridad por Santiago y la Familia Falcó. Después de que los niños habían sido reconocidos por su padre, Samuel lanzó sus brazos alrededor de Pamela con alegría. —¡Pamela, ahora tenemos papá! ¡Los niños del jardín de niños ya no dirán que no tenemos! —¿Y mamá? —Ella no pudo evitar preocuparse—. ¿Volveremos a ver a mamá? —¡Por supuesto! —Samuel la abrazó por los hombros y le susurró al oído—: No olvides que nuestro próximo objetivo es reunir a papá y a mamá. Las elegantes cejas de Santiago se relajaron mientras les decía con su magnética voz: —Esta será su casa a partir de ahora. Pueden avisar al mayordomo, que sería el señor Gael, si necesitan algo. Por supuesto, también pueden avisarme a mí. —¡Papá, te quiero! —Samuel profesó emocionado sus sentimientos. Luego llevó a Pamela a jugar al escondite con los empleados, comieron bocadillos calientes recién hechos, resolvieron adivinanzas juntos, montaron en los autos deportivos de juguete y mucho más solo para desviar la atención de Pamela y que no echara demasiado de menos a Melinda. Con sus esfuerzos, la niña también dejaba influir sus emociones por él. Después de todo, seguía siendo una niña. La gran casa, que había estado solemne y sin vida durante mucho tiempo, se vio de repente envuelta en una excitación sin precedentes cuando las risas de los niños llenaron el lugar. El corazón de Santiago, que había estado solo durante mucho tiempo, también se sintió cálido. Era como si el vacío interior se hubiera llenado en ese instante. No tardó en dejar a los niños jugando abajo mientras se dirigía al estudio de arriba. Estaba a punto de responder a unos correos electrónicos cuando su móvil empezó a sonar. Al escucharlo, aminoró el paso y sacó el móvil. Luego le echó un vistazo antes de que su largo dedo se deslizara por la pantalla. —Mamá. —¿Cuándo te vas a casar con Mónica? —dijo Jenifer Falcó sin poder contenerse—. Dame una respuesta confirmada ahora. Santiago se paró frente a la ventana y observó a los niños que jugaban en el patio, con la mirada profunda. Más bien carecía de emoción cuando preguntó en respuesta: —¿No puedes llamarme por otro motivo alguna vez? —¡No hay nada más importante que esto! —La voz de la mujer al otro lado de la llamada se volvió fría—. Mónica tiene un vuelo mañana a las 5 de la tarde. Deberías ir a recogerla. Sin embargo, Santiago solo deslizó una mano en el bolsillo de sus pantalones antes de que sus finos labios se entreabrieran. —Mañana es el cumpleaños veinte de la hija del alcalde. Tengo que presentarme en el banquete. No tengo tiempo de recoger a Mónica. —¡Santiago Falcó! —Jenifer estaba tan enfadada que empezó a sentirse ansiosa, pero se calmó de inmediato—. Bien, pero quiero que los dos vuelvan a cenar pasado mañana. Discutiremos una fecha para el matrimonio. —No me casaré con ella. —Santiago no tenía intención de ocultar lo mucho que se oponía a la idea—. No tengas demasiadas esperanzas. Al escuchar eso, Jenifer le aconsejó con seriedad: —Mi querido hijo, ya sabes que la gente habla de casarse y luego de trabajar en sus carreras, ¿verdad? ¿No ves por qué lo dicen en ese orden? Porque el matrimonio es más importante que la carrera. Siendo honesta, ¡no se me ocurre otra mujer más digna de ti que Mónica! En ese momento, Santiago vio por casualidad que Samuel tomaba una rosa y se arrodillaba delante de Pamela, como haría un príncipe. «¿Se está declarando?». Santiago musitó con una sonrisa en su apuesto rostro. Incluso su mirada se había suavizado al contemplar el espectáculo. —¿No dijiste que ella es como tu mano derecha? Sin duda es la persona más indicada para ayudarte. ¿No ves lo mucho que ha hecho por el Grupo Falcó? No queriendo malgastar otra neurona en este asunto, Santiago terminó la llamada sin contestar a su madre. Ni siquiera se paró a pensar en sus sentimientos. Su sonrisa había desaparecido y empezaba a desprender esa aura intimidatoria que hacía que el aire del estudio pesara. El móvil volvió a sonar y pensó en rechazar la llamada. Sin embargo, aceptó la llamada y se acercó el móvil a la oreja cuando vio que era una llamada de un número diferente. —Señor Falcó, parece que los antecedentes de la Señorita Pardo han sido ocultados a propósito. No pudimos averiguar mucho sobre ella —informó la persona. Santiago juntó las cejas en silencio mientras su mirada se hacía más profunda. La persona que llamaba intentó continuar con su informe, pero Santiago no pronunció ni una palabra más hasta el final de la llamada. Al colgar el móvil, sintió como si tuviera un canto rodado en el pecho que se le hacía insoportable. Melinda, que no tenía padres ni parientes, había pasado seis años en Valle Dorado con dos hijos a cuestas. También ayudó a los aldeanos a salir de la pobreza plantando flores y hierbas, así como gestionando estanques de peces. Había contribuido demasiado al desarrollo de la ganadería en el pueblo. Como también tenía conocimientos de medicina, era ella quien trataba a los aldeanos sin importar la gravedad de sus dolencias. Para los aldeanos, era como una diosa. Sin embargo, a veces se desmayaba de cansancio. Por alguna razón, Santiago se sintió molesto cuando recordó el informe que su subordinado había hecho antes por móvil. «Estos últimos años debieron ser duros para ella…». Sentado en el estudio, el hombre que era una fuerza para tener en cuenta en el mundo de los negocios sintió que el pecho se le contraía de repente. … Un viento cortante sopló al caer la noche. Casi parecía que esta noche estaba destinada a ser una noche sin igual. Melinda llegó en silencio al patio trasero y trepó por el muro. Desde que, por razones desconocidas, Santiago se había acostado con ella, se había desvivido por aprender artes marciales. En cuanto sus pies aterrizaron en el suelo, un relámpago deslumbrante y aterrador estalló de repente sobre su cabeza. ¡Tras! El estruendo del trueno la asustó y cayó al suelo. Su corazón no dejaba de latir desbocado tras aquel susto. Era como la escena de una película de terror. Luego, una ráfaga de viento espeluznante golpeó las hojas de los árboles, haciéndolas crujir unas contra otras. También hizo que los mechones de su cabello se salieran de su sitio y le revolvió el dobladillo de la falda. De inmediato reaccionó abrazándose el torso a causa del frío. Cuando Melinda vio la villa iluminada, se levantó, solo para que el cielo empezara a diluviar con gran fuerza. Ya estaba mojada como un trapo antes de poder dar más de dos pasos hacia delante. —¡¿Quién va ahí?! Un vigilante de seguridad la señaló antes de correr hacia ella. Al mismo tiempo, alguien entró corriendo en el salón y alertó a Santiago. —¡Señor Falcó, alguien ha saltado el muro! Están en el patio.
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Score 9.3
Status: Ongoing Type: Author: Artist: , Released: December 22, 2023 Native Language: Spanish

How To Read Novela Leer No te quedarás con él (Melinda y Santiago) Novela en línea 

Melinda es abusada por un Santiago pasado de copas en un evento de recaudación. Ella se va a vivir a un pueblo donde da a luz a sus dos hijos gemelos, Samuel y Pamela quienes buscan a su padre cuando crecen, pues no aguantan la burla de los demás por no conocerlo. Cuando logran conocerlo, Santiago le quita los hijos a Melinda y esta va a buscarlos en la Mansión Falcó llegando a una tregua con Santiago, la cuál consistía en casarse con él. La madre de Santiago se opone a esta relación, al igual que Mónica, la supuesta actual novia de Santiago. Santiago no puede comer alimentos sólidos por una enfermedad gastrointestinal que tiene, se alimenta de suplementos, pero se da cuenta que la comida de Melinda no le hace daño, haciendo que la busque y que todos crean que se trata de un chef internacional. Santiago empieza a enamorarse de Melinda, haciendo cosas como irracionales y fuera de lugar para todos los demás.
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No te quedarás con él - Samuel y Pamela

En la cena benéfica se reunían personas prominentes y adineradas, y las deslumbrantes linternas parpadeaban sin cesar. También se desarrollaba una acalorada batalla en una lujosa suite situada sobre el salón. —¡No! —exclamó horrorizada Melinda Pardo. Luego, una mano gigante le agarró la muñeca. Tras perder el equilibrio, fue arrojada sobre una suave cama, y un cálido cuerpo la cubrió por detrás. —¿Qué haces? Suéltame. Al darse cuenta de las intenciones del hombre, Melinda forcejeó desesperada, pero el hombre venció rápido toda su resistencia. Su cintura se levantó de repente antes de que le siguiera un dolor agudo, haciendo que el rostro de Melinda se pusiera pálido. Al sentir su resistencia, el hombre hizo una breve pausa para besar su esbelto cuello y la tranquilizó con voz ronca. —Te compensaré.
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