Capítulo 67 Debes confiar en el juicio del Señor Falcó
Después de eso, Tirso estudió de forma deliberada la expresión de Mónica y encontró la tristeza reemplazando la sorpresa en su rostro. Esperaba que Melinda fuera feliz. Por lo tanto, hizo todo lo posible para detener las ilusiones de Mónica. No queria que se interpusiera entre Santiago y Melinda. Mónica y Santiago solían ser la pareja perfecta en las opiniones de los demás.
El Señor Falco puede parecer frio desde afuera, pero resulta que es un hombre justo. Yo solía ser parcial hacia él, pero ahora cambié de opinión después de llegar a conocerlo,
¿Está Melinda enferma?
Mónica preguntó mientras terminaba la cerveza en el vaso con un trago.
-No te preocupes. Ella está bien. -Tirso continuó acostado con el rostro serio-. El Señor Falcó está preocupado por su salud, ya que dio a luz a dos hijos. Ella se recuperó bien en los últimos seis años. Es solo que el Señor Falcó no está convencido, así que me ordenó hacerle una revisión completa.
Fue la primera vez que Mónica vio a Santiago preocuparse tanto por otra mujer. El simple hecho le rompió el corazón. Se sirvió otro vaso de cerveza y lo terminó de una vez.
-Va a pasar el resto de su vida compensando a la mujer que dio a luz a sus hijos-dijo Tirso en un tono suave. Puedo dejar de preocuparme por él envejeciendo solo,
-Puede que te equivoques. Los ojos de Mónica mostraron su desprecio-. Melinda nunca puede igualar su nivel. Por eso no durarán para siempre. La enorme brecha entre sus antecedentes determina la diferencia en sus valores.
-No sabes nada de ella. -Tirso estaba descontento con Mónica hablando mal de Melinda, pero mantuvo la compostura-. Deberías confiar en el juicio del Señor Falcó.
En este punto, Mónica todavia creia con firmeza que Santiago y Melinda se vieron obligados a pasar sus vidas juntos debido a sus hijos.
-O quizás va en contra de la Señora Falcó..
En el camino de regreso a Puerto Esmeralda, Santiago observó los paisajes cambiantes desde su ventana de Lamborghini. En comparación con la sorpresa de aprender otra cosa de la identidad de Melinda, sintió una punzada dentro de su pecho cuando pensó en su vida durante los últimos siete años.
-Debe sentirse indefensa y desesperada en incontables noches. Cuidar de dos niños es agotador. Tenia razón. Melinda no es una mujer común-,
El Lamborghini se detuvo en el patio. Gael, que estuvo esperando en la entrada con un abrigo en sus brazos, se acercó rápido a Santiago. Lo ayudó a ponerse el abrigo después de salir del auto.
-Señor Falco, la señora cocinó esta tarde. Preparó un festin.
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Santiago se detuvo en seco antes de voltearse hacia Gael y mirarlo fijo.
-Como no volvió como esperaba, la señora y los niños empezaron sin usted y se retiraron at pasar la noche arriba.
¿Por qué no me llamaste?
La señora nos pidió que no.
Santiago cruzó la sala de estar y entró en el comedor. La sirvienta, Diana, sacó los platos calientes del horno de microondas y se los llevó con un juego de cubiertos.
-Señor Falcó, la señora cocinó los platos ella misma. Pasó toda la tarde en la cocina para hacerlos. Usted debe darles una oportunidad.
Tararcando una respuesta, se sentó en la silla blanca del comedor y llevó los cubiertos hacia la comida. Los platos eran comida casera simple, pero parecían deliciosos y apetitosos. Unos pocos mordiscos más tarde, su estómago no mostró ningún signo de nausea. En eso, Santiago hurgó en la comida
No tuvo la oportunidad de comer sin preocupaciones durante mucho tiempo. Pidió dos porciones más antes de dejar los cubiertos. Gael estaba feliz de ver a Santiago comer en paz. Aun asi, se sintió mal por él cuando recordó el acuerdo de Melinda. Después de reflexionar un momento, Gael llamó a Santiago antes de subir.
-Señor Falcó.
Santiago se dio la vuelta en la escalera y vio un indicio de vacilación en el rostro de Gael.
-Di lo que tengas que decir.
-La señora me pidió ayuda para imprimir un acuerdo hoy. Está esperando que lo firme.
Santiago arrugó la frente ante las palabras.
-¿Quiere divorciarse? ¿Planea irse?-
Pensó en las palabras en silencio antes de responder muy solemne.
-Muy bien.
Cael suspiró ante la figura en retirada de Santiago. Al subir las escaleras, Santiago encontró a una mujer en la sala de estar del segundo nivel en el sofá junto a la ventana con las piernas cruzadas. Los dos se miraron a los ojos. Era obvio que Melinda esperaba su llegada. Cuando Santiago comenzó a caminar hacia ella, su rostro se dividió en una sonrisa. Notó dos acuerdos y una pluma estilográfica en la mesa de café.
-Ya lo decidí. Te ayudare a tratar las quemaduras de tu madre. -Observando su fría y distante expresión, Melinda agregó: Pero con una condición, debes firmar este acuerdo.