Capítulo 66 Otra de las identidades de la Señora Falcó
Tirso no dijo más. Era imposible resumir siete años en unas pocas frases.
Señor Falcó, espero que la trate bien. -Tirso tomó un trago de su bebida. Sus ojos por lo general suaves miraban a Santiago con un brillo de seriedad. Ella es la mujer que adoro. La admiré todo el tiempo. Si no puede hacerlo, regrésemela.
Su bebida le dio un poco de valor holandés. Así, las palabras lo dejaron como una broma y una advertencia. Santiago se sorprendió al escuchar esas palabras. Así, fijó sus ojos en Tirso, Los hombres se mira on entre si. Por un momento, ninguno dijo una palabra. Era como si el tiempo tan solo se detuviera. Tirso no queria que Santiago malinterpretara, así que añadió con una
sonrisa.
-Es una buena mujer. Aparte de usted, hay otros admiradores.
Santiago no refutó la afirmación de que sentía algo por Melinda. Después de todo, no se encontró con Tirso sta noche si no sintiera nada por ella. No se molestaria en aprender su historia en primer lugar. Sin embargo, no se dio cuenta cuando empezó a enamorarse de ella. Santiago ni siquiera sabía la respuesta. Unos momentos más tarde, Tirso tomó otro trago de su bebida. Después de mucha consideración, comenzó
-¿Conoce quizá a Claudia Becerril?
Santiago reflexionó por un momento antes de responder.
Te refieres a la Experta en Hierbas, Claudia Becerril?
-Correcto. Una sonrisa se formó en los labios de Tirso y sus ojos brillaron con admiración cuando murmuró-. Es su esposa.
Sorprendido por la declaración de Tirso, Santiago no se atrevía a decir una palabra. Era un hombre tranquilo la mayor parte del tiempo. No muchas cosas podian sacudirlo. Puesto que las palabras provenian de Tirso, Santiago no veia razón para dudar de él. Un pensamiento pasó por su mente, asi que aprovechó la oportunidad para preguntar.
-¿Sabes qué relación tiene con Emma?
Tirso agitó la cabeza al escuchar eso,
-No, no lo sé,
-Si es Claudia Becerril, ¿por qué ayuda a los pobres en Valle Dorado?
El comportamiento de Melinda desconcertó a Santiago. Tirso respondió en un tono suave.
-Deberia preguntarle usted mismo. Es hora de conocerla.
1/3
Mientras tanto, en el Grupo Falcó, Mónica salió del vestibulo del edificio. La brisa nocturna pasó junto a ella, estimulando una sensación de soledad dentro de ella. Después de abrir la puerta, se subió al asiento del chofer.
Luego, levantó la cabeza en dirección a la oficina de Santiago y notó que la luz de su oficina estaba encendida. Sus esfuerzos a lo largo de los años vinieron a su mente y le dolieron. Trabajo duro para él con todo su corazón, pero nunca le dedicó una mirada.
“¿Qué clase de persona debo esforzarme por convertirme para que por fin me mire por un segundo?..
Su móvil la sacó de sus pensamientos.
-Señorita Garduño, el traje que diseñó para el Señor Falcó está listo. ¿Quiere que se lo enviemos a su oficina o quiere recogerlo usted misma?
-Enviamelo mañana a las siete.
-De acuerdo.
Cuando terminó la llamada, Mónica arrancó su auto y manejó en dirección a la casa de Tirso.
-Mencionó que se reuniria con Tirso después del trabajo. Si llego a tiempo, será menos incómodo con la presencia de Tirso. También podría tener la oportunidad de hablar con él. Después de todo, se trata de Marcelo…
En el camino a la villa de Tirso, Mónica no pudo evitar pensar en el tiempo que Santiago pasó junto a Melinda: Ella recordó que acompañó a Melinda a subir en la montaña rusa hasta que vomito.
También recordó que trajo a Melinda a ver a Marcelo a la estación de policia. Incluso recordó que Melinda tiró los dulces que le dio. Por fin, sus pensamientos llegaron a donde Melinda vivia en Puerto Esmeralda, que era su villa, y que podrían dormirse el uno junto al otro cada noche. La idea hirió a Mônica como el demonio,
El auto se detuvo frente a la villa de Tirso y ella lo estacionó justo detrás del Lamborghini. Santiago estaba saliendo de la sala de estar en el mismo momento. Su auto llamó de inmediato su atención, y también su presencia. El chofer le abrió la puerta. Santiago comenzó a caminar hacia el auto. Mónica contuvo la respiración mientras lo observaba. Cada paso que daba la hacia sentir que estaba un paso más cerca de ella.
De pie junto al Lamborghini, Santiago retiró la mirada y se metió en el auto. Mónica miró sin palabras como el auto se alejaba mientras su corazón se hundía más en su pecho. Tirso vio su auto desde las ventanas francesas en su sala de estar, así que salió a buscarla.
Dos minutos más tarde, la pareja se sentó en la sala de estar. Mónica y Tirso se sentaron uno frente al otro con una mesa de café entre ellos. El le sirvió un vaso de cerveza, y tenía una idea de lo que estaba sintiendo en ese momento.
-¿Qué estaba haciendo aquí?-susurro-. ¿Estaba aquí por Marcelo?
2/3
-No, no estaba por eso. -Cortó con suavidad la persecución-. Estaba aqui por su esposa.