Capítulo 56 La situación de los Galván
-Hora de cenar, señorita.
Un sirviente vino a decirle a Salomé. Ella salió de su trance.
-Bien
Se dirigió al resplandeciente comedor. Su madre, Corina Goya, parecia estar de buen humor. Ese dia llevaba ropa estupenda.
-Escuché que tu padre te llevó a conocer a sus clientes, e incluso dijo que iba a hacerte sucesora
-Si. Sé lo que quieres decir. No lo decepcionare.
-Por supuesto, no lo harás. Ayuda a tu padre tanto como puedas -dijo Corina-. Puedes dejar de lado tu carrera como actriz.
Justo en ese momento, un niño de doce años entró en el comedor.
-Oriné, mami. Está mojado.
A pesar de su hermoso atuendo, no podia ocultar el hecho de que el niño era un desafio intelectual. Antes de que Corina dijera algo, el sirviente se llevó rápido al niño.
-Le cambiare los pantalones, joven.
La hermosa Salomé se sentó, buscando calma. Corina le dio un plato de foie gras,
-Toma. Es tu favorito.
-¿Dónde está papá?
-Está en la compañia. Hay algo que necesita resolver. Volverá pronto-respondió Corina-. Seguiremos sin él.
Salomé llegó a la sala de estar después de la cena, y Claudio Galván, el muchacho de antes, que también era su hermano, vino a ella mientras sostenia una taza de té.
-Toma un poco de té, Salomé.
Cruzó los brazos, mirándolo.
-No tengo sed-dijo con frialdad.
El chico levantó la taza, mirándola.
-Eres tan bonita, Como un hada.
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Al final, Salomé tomó la taza de té, Pensó:
De ninguna manera papá le va a entregar la compañía a este chico. Es una basura.
Grupo Falcó estaba erguido en la oscuridad, brillando como un faro. Era el lugar de los sueños de todos los jóvenes. Algunos de sus empleados checaron su ficha por el día, pero el departamento de diseño todavia estaba trabajando duro como si no estuvieran cansados en absoluto.
Mónica vino a la compañía después de dejar Bahia Roja, pasando por los borradores una y otra vez solo para llegar al diseño perfecto. Gracias a su liderazgo, los diseñadores también estaban. trabajando duro. La fecha limite estaba a la vuelta de la esquina, pero confiaban en poder ganar. Santiago llegó por la tarde. En su oficina, Máximo informó
-La Señorita Garduño fue al departamento de diseño. Ella estuvo trabajando hasta tarde con los diseñadores en estos últimos días. A veces, ella incluso trabajaba toda la noche,
Santiago estaba de pie frente al ventanal, con las manos detrás de la espalda.
-Vaya, me distraje-..
El se recuperó y preguntó:
-¿Qué era lo que dijiste?
Máximo repitió el informe, y Santiago se dio cuenta.
Ya veo, Está trabajando para ella y para mi-
-Y ella fue a Bahia Roja hoy.
Máximo agregó, aunque no obtuvo tanta reacción de Santiago como él pensó. Santiago estaba tranquilo. No podía importarle menos a dónde fuera. Todavía se culpaba a si mismo por regañar a Samuel.
-Soy su padre. Debi hacerlo mejor. Solo tiene seis años. Debi hablar con él. Los niños son puros e inocentes. Debi ayudarlo. Además, ayudó a la compañia».
Mientras tanto, Melinda llevó a los niños arriba. Santiago aún no regresaba.
-Mami, tú también deberías inventar un conjunto de diseños-suplicó Samuel-. Pamela y yo creemos que puedes hacerlo.
Si, mamá.
-¿Por qué debería hacerlo? -preguntó Melinda-. No es como si estuviera trabajando para él. No es mi jefe. Prefiero vivir una vida pacifica como ama de casa.
—No quiero que te llamen chica de pueblo. Muestrales lo que tienes.
Melinda se encogió de hombros.
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-No me importa. Aunque, me gusta que todos me llamen asi. Me hace sentir especial.
-Pero mamă….
-Basta. No lo haré.
Melinda sabía que Santiago todavía estaba en guardia contra ella.
Si no confiamos el uno en el otro, no hay necesidad de ayudar
-Es tarde. ¿Por qué no regresa papá? Sigue molesto conmigo?
Samuel no podia dormir. Estaba preocupado.
-No. Melinda acarició la cabeza del chico, sonriendo-. No es tan mezquino. Solo está ocupado en el trabajo. Ahora, duerme.
Eran como las diez de la noche cuando Santiago llegó a casa. El auto se detuvo en el patio, y Gael salió con un abrigo en la mano. Cuando Santiago salió del vehiculo, Gael le puso el abrigo
alrededor de los hombros.
-Señor.