Capítulo 51 Otro día, otro problema.
Marcelo no dijo nada. Se rehusó a ver a Santiago porque odiaba a ese hombre. Justo mientras Melinda se preguntaba quién era el chico, Santiago le puso el algodón de azúcar en las manos. Su acción la tomó por sorpresa y ella batalló para agarrarlo. Cuando por fin salió de su estupor, Santiago ya se iba.
-¡Oye! -Ella fue detrás de él, arrojando el algodón de azúcar al bote de basura, dejando la recepción. ¡Espérame!
-No puedes nada más dejarme aqui sola.
Mónica se quedó impactada al ver a Melinda tirar el algodón de azúcar.
Ella tiró algo que él le dio!? ¡No lo puedo creer!-.
Estaba hasta el borde de celos.
-¡¿Cómo puede tratar algo que él le dio de forma tan… irrespetuosa?! Y pensar que ella desprecia. canto algo que yo atesoraria y no puedo tener. ¡Imperdonable!».
Marcelo notó la expresión en el rostro de Mónica. Vio a la pareja irse antes de girarse otra vez con Mónica.
-¿Quién es ella?
Mónica no contestó la pregunta. El carraspeó.
-Y todos dicen que él es puro e inocente. Todos los hombres son cerdos, digo yo.
Dentro del Lamborghini, Isaac percibió a su empleador molesto por el espejo retrovisor. Con cuidado, le preguntó:
-Señor, ¿debería regresar al parque de diversiones o a casa?
Santiago vio a Melinda. Al ver su expresión, Melinda lo observó y sacudió la cabeza.
Vamos a casa.
El retiró la mirada, quedándose en silencio. Isaac lo miró antes de llevarlos a casa.
-Me pregunto si él diria que sí si quisiera regresar al parque de diversiones. ¿Y por qué me miró asi? ¿Y quién es ese chico Marcelo? ¿Qué tiene que ver con Santiago? Ni siquiera le agrada a Santiago, pero a Santiago le importa, aunque no lo demuestre. Su reacción me lo dijo todo-.
Melinda vio a Santiago otra vez y su mirada fue tan aguda como un cuchillo, el aire alrededor de él tensándose.
-¿Quién es él-preguntó ella.
1/2
Santiago frunció los labios, ignorando su pregunta. Aunque ella era su esposa, Melinda pensó que no lo conocía muy bien.
-Está lleno de secretos.
Regresaron a Puerto Esmeralda un rato después, e Isaac detuvo el auto ante la hacienda.
–Afuera-dijo Santiago con frialdad.
Melinda lo observó. Tenía una mirada helada en el rostro y era obvio que no iba a salir del auto. Mientras ella lo dudaba, el hombre la vio con frialdad.
-No lo voy a repetir.
-¿Tú no vienes también?-preguntó, pero la expresión en su rostro le dijo la respuesta que necesitaba. Melinda se encogió de hombros y salió del auto.
-¿Por qué cambió después de ver a Marcelo? Es como si estuviera enojado con todo-.
El auto se fue antes de que ella entrara a la casa. Los niños estaban arriba, en su habitación. Sus sonrisas se congelaron cuando vieron esa escena y el silencio los reclamó. Samuel apoyó la cabeza en sus manos, suspirando. Vio el auto de su padre alejarse de su vista.
-Regresaron temprano y papi no salió. ¿Se pelearon?
-Creo que mami está molesta.
-Pasó un tiempo antes de que saliera del auto. ¿Se estaban peleando?
Los niños estaban confundidos. Pamela se preocupó.!
-Me pregunto cómo podemos conseguir que mami ayude con el diseño.
-Ni idea. Samuel tenia el mismo dilema.
–
-Tienes que pensar en algo, Samuel.
Un momento más tarde, los ojos del niño tintincaron.
-Oye, podemos averiguar cuál es el proyecto, Entonces, convenceremos a mami.
-¿Cómo? ¿Vas a pedirselo a papi o a alguien de la compañía?
Samuel se acercó y le susurró algo al oido a Pamela, antes de llevarsela al estudio.
2/2