Capítulo 48 Vio algo triste
Melinda se congeló, mirándolo incrédula.
-Debiste haberme dicho eso. Pudimos habérnosla saltado.
Santiago la miró, pero no dijo nada.
-Tu y tu estúpido ego se burló ella.
Santiago queria golpearla en la cabeza, pero el estómago volvió a darle vueltas y soltó una arcada. El conductor lo miro preocupado.
-Ay, no puedo hacer esto». Melinda le dio una palmada en la espalda.
-Lamento no haberte preguntado, pero eres un adulto. Deberias aprender a decir que no.
-Callate. -Santiago se apretó el pecho y tosió.
-Am…”.
Mónica estaba parada cerca viendo la escena y sintiéndose triste. Había ido a buscar inspiración, pero vio a Santiago y a Melinda en una cita en lugar de eso. No estaba sorprendida, pero era como si sus piernas estuvieran hechas de plomo. Un soplo de brisa besó su mejilla y sintió como se le llenaban los ojos de lágrimas.
Miro indefensa cómo Melinda le daba palmadas en la espalda a Santiago y sostenía su brazo como si fuera su novio, y Mónica se congeló. Algo dentro de ella se había quebrado: su alma. Las lágrimas brillaron en sus ojos.
¿Por qué? He trabajado tan duro y siguen enamorándose más de lo que yo puedo cerrar la distancia entre él y yo. No puedo creer que se subió a una montaña rusa por ella. El jamás le haria a alguien ese tipo de favor.
Se preocupó cuando lo vio vomitar.
-Si cualquier reportero viera esto, su imagen estaría destruida..
Melinda también se preocupó cuando lo vio sufrir tanto.
-¿Estás bien? Tal vez deberíamos ir a casa.
Santiago se giró para verla con frialdad. Ella guardó silencio. Entonces, él se enjuagó la boca y le dio la botella a Isaac. Después de limpiarse la boca, tiró el pañuelo y se fue Melinda lo miró por un instante antes de seguirlo. Isaac fue detrás de ellos despacio, ya que no queria hacerla de mal tercio.
Mónica los vio irse con calma, con las piernas sintiéndose como de plomo. Su instinto le decía que Santiago se había enamorado de esa campesina. Jamás trataría a una mujer tan bien a menos
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que le gustara. Santiago dio un paseo por el parque de atracciones con Melinda detrás de él. Ella lo miraba, preguntándose en qué estaba pensando él.
Justo entonces, un anciano que vendia fruta acaramelada se aproximo a ellos. Sus zapatos brillaban y resplandecian bajo el sol. La fruta acaramelada era algo que Melinda amaba cuando era una niña, y las que el anciano vendía se veían particularmente atractivas. Las miró momento. Ese detalle no se le escapó a Santiago.
-¿Quieres?
-¿Perdón?-Ella fue lenta al reaccionar.
-Fruta acaramelada.
por un
-No preguntes, solo cómprala. Preguntarme solo hace la experiencia más aburrida-dijo ella.
Eso es juvenil..
El anciano los alcanzó. Santiago tomó una brocheta de frutas acarameladas e Isaac la pagó.
Mónica continuó siguiéndolos. Cuando vio que Santiago le pasaba el postre a Melinda, ella sintió que algo despertó dentro de ella. Como una niña asombrada, Melinda le quitó la envoltura con cuidado. Sacó la primera fruta y trató de dársela a Santiago, pero él se inclino hacia atrás.
-No.
-Más para mi,
Melinda se metió la fruta a la boca. Una explosión de dulzor y acidez le llenó la boca. Santiago. recordó lo que Samuel le había dicho:
-Puedo hacer tu equipo de seguridad diez veces más fuerte, papi, pero con una condición: debes tomarte diez fotos con mami en el parque de diversiones mañana.
Mónica vio cómo Santiago sacó su móvil y ponia un brazo alrededor del hombro de Melinda. Sostuvo su móvil con la otra mano, y antes de que Melinda pudiera hacer algo, la foto ya sido capturada.
habia
-Oye, ¿qué estás haciendo? -Melinda protestó, tratando de tomar su móvil-. Déjame ver. Quiero ver mi foto.
-No hasta que nos hayamos tomado diez
Santiago guardó su móvil con calma. Al no poder tomar el móvil, Melinda dio un salto, enojada.
-Oye, ¿por qué la foto sorpresa? Espera, ite enamoraste… de mi?
-En tus sueños-él le dijo calmado, pero Mónica podia sentir el amor en su voz.
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