No te quedarás con él Capítulo 35

No te quedarás con él Capítulo 35

Capítulo 35 ¿Quién es más astuto? 

-Claro que no. -Negó mientras se enderezaba y retiraba la mirada. 

¿Por qué has venido entonces? -Ella miró su perfil lateral-. ¿Me has echado de menos? 

-¡Claro que no! 

Ella rio entre dientes y se estiró con pereza. 

-Uy! Estaba demasiado ocupada ayudando al Señor Leiva con su herida. Los espaguetis ya se habrán enfriado. Se dirigió a la cocina, Las mujeres deben cuidar su salud y comer con regularidad por muy ocupadas que estén. No puedo torturar a mi estómago, me voy a comer. Tú puedes ocuparte de tus asuntos. 

Santiago se dio la vuelta y la siguió hasta la cocina, donde la vio sorber espaguetis a bocados del plato que sostenía sin gracia alguna. No pudo Desde que Santiago probó su 

resistirse a tra comida, empezó a sentir repulsión por sus pinchazos de nutrientes intravenosos, Salió temprano del trabajo solo para poder probar un poco de la cena que ella había preparado. Melinda se acercó a el con el plato aún en la mano y le preguntó: 

-Dime por qué viniste a buscarme, 

No esperaba que Santiago le quitara el plato y el tenedor de las manos y empezara a comer de inmediato. Los espaguetis le colgaban de la boca mientras lo miraba estupefacta. 

¿No tiene un caso grave de misofobia? ¿Por qué no le da asco mi saliva? 

Ahora mismo, Santiago no se parecía en nada al todo poderoso presidente de la empresa que solía ser. Sin embargo, solo habia comido dos bocados de los espaguetis cuando frunció el ceño y ivomitó en el cubo de basura cercano! 

-¡Oye! -Melinda se sobresaltó-. ¿Estás bien? 

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Le quitó el plato y lo dejó en el suelo antes de tomar unos pañuelos de papel y servirle un vaso de agua. Santiago agonizaba con el estómago revuelto. Vomitó todos los espaguetis que había comido, era como si la comida estuviera envenenada. Melinda le tendió el vaso de agua. Podia imaginarse lo doloroso que tenía que ser para él. 

-Toma. Enjuagate la boca primero. 

-¿Por qué parece tan débil e indefenso ahora?, 

Después de enjuagarse la boca con el agua, Santiago respiro hondo y se tranquilizó. Melinda lo 

miró. 

¿Qué te pasa? ¿Por qué reaccionaste tan mal a la comida? 

-¿No eres tú quien cocinó los espaguetis?-preguntó Santiago. 

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Sus ojos eran frios y penetrantes. 

-Los hizo Fabio, por supuesto. Se rio entre dientes. ¿Por qué iba a tener yo tiempo de cocinar algo? Estaba ocupada ayudando al Señor Leiva con su herida. 

Santiago queria poner los ojos en blanco. Fue entonces cuando Melinda recordó lo que Gael le había dicho antes. Santiago no podia comer comida preparada por nadie más que por ella. Santiago siguió mirandola con frialdad hasta que se le pasó la risa. 

-Espera le indicó Melinda antes de volver a entrar en la cocina. 

Santiago la siguió y la vio de un lado a otro poniendo agua en el fuego, cortando tomates, hirviendo espaguetis. Pudo ver cómo su espesa y deliciosa melena le caía en cascada hasta la cintura. La forma en que las puntas se rizaban la hacia parecer aún más joven. 

“Me está haciendo espaguetis. 

A Santiago se le el corazón y se sintió conmovido. Pronto, Melinda sacó dos platos de espaguetis y le pasó a Santiago un juego de cubiertos. 

-Siéntate y come un poco. Esto está un poco… viejo y gastado, pero está limpio. -La voz de Melinda era tranquilizadora para los oidos-. Incluso cuando yo no estába, Fabio limpiaba el lugar todos los dias. 

Santiago agarró los cubiertos y se sentó frente a ella. Miró alrededor del lugar que estaba lleno de rastros de los niños…. 

-Han pasado seis años, seis años enteros”. 

La comida olia bien y era justo como le gustaba. Comió con fruición. 

-¿No tienes miedo de que envenene la comida? 

burló Melinda. 

Santiago la miró, pero no se molestó en responder. 

-Fuiste tú quien vino a buscarme, qué sentido tiene tratar de mostrarse tan distante ahora, ¿eh? 

De todos modos, Melinda no ansiaba una respuesta. Retiró la mirada y se comió sus espaguetis. Más tarde, Santiago pasco por la casa de madera y se familiarizó con el anterior entorno vital de los niños. Melinda pasó el tiempo clasificando las hierbas que iba a secar hoy y organizándolas por categorías. 

Fabio se acercó a la casa después de llevar a Óscar a su casa, pero sus pasos se detuvieron con brusquedad. Le disgustó ver el Lamborghini frente a la casa, incluso los dos guardaespaldas que estaban junto al auto le irritaron. Cuando Fabio entró en la casa, vio la imponente figura de Santiago y percibió su imponente presencia. Fabio no se molestó en saludarlo. Le tenia un poco de miedo, pero también rechazaba su presencia. 

-El fue quien se llevó a Samuel y a Panela, y ahora también a la Señorita Melinda- 

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Santiago volteó hacia Melinda y le preguntó: 

-¿Volverás esta noche? 

3/3 

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Score 9.3
Status: Ongoing Type: Author: Artist: , Released: December 22, 2023 Native Language: Spanish

How To Read Novela Leer No te quedarás con él (Melinda y Santiago) Novela en línea 

Melinda es abusada por un Santiago pasado de copas en un evento de recaudación. Ella se va a vivir a un pueblo donde da a luz a sus dos hijos gemelos, Samuel y Pamela quienes buscan a su padre cuando crecen, pues no aguantan la burla de los demás por no conocerlo. Cuando logran conocerlo, Santiago le quita los hijos a Melinda y esta va a buscarlos en la Mansión Falcó llegando a una tregua con Santiago, la cuál consistía en casarse con él. La madre de Santiago se opone a esta relación, al igual que Mónica, la supuesta actual novia de Santiago. Santiago no puede comer alimentos sólidos por una enfermedad gastrointestinal que tiene, se alimenta de suplementos, pero se da cuenta que la comida de Melinda no le hace daño, haciendo que la busque y que todos crean que se trata de un chef internacional. Santiago empieza a enamorarse de Melinda, haciendo cosas como irracionales y fuera de lugar para todos los demás.
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No te quedarás con él - Samuel y Pamela

En la cena benéfica se reunían personas prominentes y adineradas, y las deslumbrantes linternas parpadeaban sin cesar. También se desarrollaba una acalorada batalla en una lujosa suite situada sobre el salón. —¡No! —exclamó horrorizada Melinda Pardo. Luego, una mano gigante le agarró la muñeca. Tras perder el equilibrio, fue arrojada sobre una suave cama, y un cálido cuerpo la cubrió por detrás. —¿Qué haces? Suéltame. Al darse cuenta de las intenciones del hombre, Melinda forcejeó desesperada, pero el hombre venció rápido toda su resistencia. Su cintura se levantó de repente antes de que le siguiera un dolor agudo, haciendo que el rostro de Melinda se pusiera pálido. Al sentir su resistencia, el hombre hizo una breve pausa para besar su esbelto cuello y la tranquilizó con voz ronca. —Te compensaré.
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