Capítulo 25 Desconfía de ella
Melinda se sobresaltó por un momento.
¿Qué quiere decir con eso?.
-Puedes volver a Valle Dorado y hacer lo que quieras. Puedes volver a ver a los niños cuando
quieras.
Santiago parecia haberlo meditado largo rato antes de anunciar su decisión. Melinda fue incapaz de averiguar que tenia en mente.
-¿Me está echando?».
-¿Nos vamos a divorciar, entonces?-preguntó con cautela.
Santiago le dio un golpecito en la frente y contestó en voz baja:
-¿Cómo has llegado a esta conclusión? He dicho algo sobre divorcio?
Melinda levantó la vista de su abrazo y vio el contorno de su rostro.
-No es mala idea. De todos modos, no tengo nada que hacer aquí.
Melinda se despertó al amanecer del día siguiente y se dio cuenta de que seguia abrazada a aquel hombre. En cambio, el seguía en la misma posición que la noche anterior. Con la ayuda de la tenue luz del sol, se levantó de la cama con cautela y se aseguró de no despertarlo, luego bajó las escaleras y entró en la cocina.
Santiago se despertó poco después de que la mujer se marchara. Tras cambiarse, fue a la habitación contigua y se inyectó solución nutritiva en las venas. Su mirada oscura permaneció sin emoción. Por algo le había pedido que se marchara. El comedor de abajo tenia un diseño elegante.
Cuando Melinda salió de la cocina con los dos últimos platos de pasta, miró por la ventana y vio a Santiago subiendo a su Lamborghini. Tras cerrarle la puerta, el conductor ocupó el asiento del copiloto y se alejó con el auto. Ella habia preparado cuatro platos de pasta con huevo y tomate, pero el hombre se marchó sin decir palabra. Por alguna razón, sintió una sensación de inquietud al recordar las palabras de Santiago de la noche anterior.
-¿Va a arrebatarme a los niños?
De camifio al trabajo, Santiago marcó un número y le ordenó con severidad:
-A partir de ahora, vigila a mi mujer todo el tiempo e infórmame de todo lo que haga cada noche.
Después del desayuno, Sonia pasó las nuevas mochilas escolares a los niños y les dijo con alegria:
1/2
-Samuel y Pamela, mañana van a la nueva guarderia. ¿Qué más necesitan? ¿Por qué no subimos y nos preparamos?
-¡Mami! -Samuel corrió hacia Melinda y gritó infantil-. ¿Nos mandará papá mañana a la escuela?
-No tengo ni idea. Ha estado ocupado con el trabajo.
Quiero que papá y tú nos lleven al colegio -dijo Samuel con firmeza-. ¡Ahora tenemos un papá, no podemos dejar que los otros niños se burlen de nosotros otra vez!
Pamela tomó la mano de su madre y le suplicó:
-Mamá, papá y tú tienen que llevarnos juntos al colegio.
En respuesta, Melinda les alborotó el cabello y asintió con una sonrisa.
-Claro. Vayan a arreglarse con la Señorita Vera.
Los niños subieron felices. Mientras Melinda miraba a los dos adorables niños, se sintió abatida de repente. Tras dudarlo un momento, decidió llamar a Santiago. Cuando la llamada se conectó, el hombre no pronunció palabra. Dijo con dulzura:
-Mañana será el primer dia de colegio de los niños. Quieren que los llevemos juntos al colegio. ¿Puedo irme pasado mañana?
-No te estoy echando -respondió Santiago con calma. Solo que no quiero retenerte más tiempo, eres libre Lo entiendes? Puedes elegir entre irte o quedarte.
Ella permaneció en silencio.
-¿De verdad?..
-Está bien, siempre que no incumplas el contrato recalcó Santiago-. Como Señora Falco, tienes que asegurarte de que no haya rumores sobre ti. No quiero que hagas nada que ensucie la reputación de la Familia Falcó. Es lo único que me importa.
Con eso, colgó la llamada. De repente, Melinda tuvo la sensación de que desconfiaba de ella.
«¿Quiere que me vaya para poder vigilarme con tranquilidad?«,
Intento analizar la situación con calma, podía entender su decisión. Santiago era el hombre mis rico de Ciudad del Valle, así que tenía muchas cargas y responsabilidades sobre sus hombros, y no podía bajar la guardia.
2/2