Capítulo 70 ¡Santiago lo está haciendo a propósito!
Samuel no pudo evitar la decepción surgiendo dentro de él.
Muy bien. Lo entiendo.
Cuando terminó la llamada, Santiago ayudó a los niños a vestirse y los llevó abajo.
-Papi, te dijo mamá que va a Valle Dorado?
El eligió mentiries.
-Ella lo hizo, pero yo no la escuché. Vamos, Desayunemos.
Se quedó en el asiento trasero de su Lamborghini de camino a la oficina. El chofer era experto en controlar la velocidad. Una tetera con Earl Grey en la mesa de té portátil estaba emitiendo una fragancia. La música clásica estaba sonando en el auto. Poniendo su barbilla en la palma de su mano, Santiago observó el paisaje afuera del auto.
Trató de centrarse en el paisaje, pero sus pensamientos seguian vagando hacia cierta mujer, Después de dejar la casa de Tirso anoche, se dio cuenta de que sentía algo por ella. Y los sentimientos crecieron desde que se despertó esta mañana. Su ausencia dejó un vacio en su
corazón.
Se suponía que estaba alerta a su alrededor, pero los sentimientos fueron reemplazados por pura admiración cuando se enteró de otra de sus identidades, Claudia Becerril, la Experta en Hierbas.
Santiago salió de sus pensamientos cuando salió del auto. Encontró a Mónica esperando frente a su mesa cuando entró en la oficina del presidente. Parecia que estuvo alli por un tiempo y esperaba su llegada. Ella llevaba ropa de moda a la oficina. Una sonrisa se extendía sobre su rostro a su llegada.
-Buenos dias.
Santiago camino hacia la mesa sin cambiar su expresión. Entonces, notó una caja de regalo con su nombre firmado en ella en su mesa. La idea de lo que estaba bajo la tapa se le ocurrió de inmediato. Su frio rostro no se iluminó con sorpresa como ella esperaba. En cambio, una frente arrugada tiró de las esquinas de su boca.
Diseñé un traje para ti cuando estaba en el extranjero. Les pedí que lo hicieran lo antes posible cuando volviera. -Una dulce sonrisa se asomó en su rostro cuando añadió-: Solia darte un traje cada año y a ti también te gustaban. Recuerdo que me dijiste que mis diseños se adaptan más a tu gusto. ¿Sabes cuánto significan tus palabras para mi?
-No te molestes de ahora en adelante. Solo concéntrate en tu trabajo -respondió en un tono plano.
Mónica miró su hermoso rostro con una intensa mirada.
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-No estoy de acuerdo contigo en eso. Siempre estoy dedicada a mi trabajo, incluso antes de que dijeras eso.
De hecho, su desempeño laboral siempre fue excelente y Santiago no pudo negarlo.
-No te preocupes. Entiendo lo que quieres decir. -Ella estaba sonriendo todo el tiempo. Ser
de verlo a corta distancia la puso de buen humor-. Pruébatelo. Espero que te guste.
capaz
Después de eso, ella comenzó a alejarse. No queria escucharlo, decirle que no. Máximo llegó después de que Mónica se fuera. Santiago se acercó a él y puso la caja de regalo en su mesa.
-Puedes quedartela.
Máximo notó el logotipo en la caja de regalo, asi que le dio a Santiago una mirada vacilante.
-Somos de la misma talla-continuó Santiago-. No tendrás problemas para usarlo.
-Muy bien-contestó tardiamente Máximo.
Como asistente de Santiago, al instante entendió lo que el otro hombre queria decir.
La visión de Máximo apareciendo en el departamento de diseño con el traje que Mónica diseñó en especial para Santiago, eso la hirió como si fuera una puñalada en el corazón. Su buen humor desapareció en un instante.
¡Santiago lo está haciendo a propósito!».
Aún más, Máximo vino a su mesa con un documento para que ella lo firmara. Estaba hirviendo de ira, pero no podía desquitarse con Máximo. Mientras tanto, Santiago no escuchó de Melinda por un tiempo.
-Me pregunto que está haciendo en este momento..
Después de firmar el acuerdo anoche, hizo una llamada para notificar a sus hombres que dejaran de seguirla. Sin embargo, su ansiedad creció mientras se sentaba en su oficina. Sus pensamientos no paraban de vagar hacia ella.
Mientras tanto, en Valle Dorado, el canto de los pájaros y la fragancia de las flores llenaron el espacio. Las nubes esponjosas flotaban en el cielo azul. Los coloridos girasoles florecian al borde de la carretera y la brisa enviaba un dulce aroma por el camino. Melinda inhaló con profundidad.
-¡Libertad, allá voy! ¡Hasta el aire sabe dulce!».
El auto se detuvo frente a la casa de madera, Fabio salió corriendo de la casa con una sonrisa en el rostro para saludarla. Tan pronto como salió del auto, la envolvió en un abrazo de oso.
-Volviste Melinda!
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La tomó y la giró con entusiasmo.
-¿Por qué no llamaste? ¡Podría hacer preparativos!