Capítulo 60 Abandonada
Santiago se fue sin pedirle a su chófer que lo acompañara. Iba directo a Melinda.
-Maldita sea. ¿Por qué se reunió con él? Ella debe mantenerse alejada de él. Apretó el volante, sus ojos estaban brillando de forma peligrosa.
Melinda todavía estaba tomando su té, inmersa en sus pensamientos. El té estaba pagado, asi que solo se iría después de terminarlo. La frugalidad era parte del credo de Valle Dorado, después de todo. Ni siquiera se dio cuenta de que Santiago estacionó su auto y se estaba acercando a ella.
-Mmm, él acogió a los niños ¿Por qué no acogió a Marcelo? ¿Por qué no podia aceptar su error? ¿Por eso se hicieron enemigos?-
Cuando Santiago se sentó, Melinda pudo sentir la tensión en el aire. Cuando por fin volvió a sus sentidos y notó su presencia, ella lo miró con sorpresa.
-¿Por qué lo viste? -Santiago fue al grano-. No puedes acercarte a él.
-Tengo la libertad de ver a quien quiero. -A Melinda no le gustó su actitud. Espera, tus hombres me están siguiendo?! ¿Qué te hace pensar que tienes el derecho? -Se erizó.
-Respóndeme. ¿Por qué viste a Marcelo?
La miró, su mirada era tan aguda como una espada. Sus ojos se encontraron y la tensión siguió aumentando. Melinda estaba furiosa, pero no queria discutir con él, asi que se levantó y se fue. Santiago también se puso de pie. Luego, la abrazó.
-Te lo advierto; no te acerques a él.
Los sonidos de las cámaras rompieron en el aire, las luces de sus destellos cegando a Melinda. Se dio la vuelta y vio aparecer a algunos periodistas de la nada. Santiago la abrazó y le dio un profundo beso. Sus ojos se abrieron de par en par. Y las cámaras se disparaban.
-¡Oh!, y pensamos que iban a pelear. Así que, era solo una trampa para una demostración de afecto en público.
-El Señor Falcó tuvo una cita con su esposa incluso en un día de trabajo. Debe amarla mucho.
El beso llegó a su fin, y Santiago llevó a Melinda al auto. Abrió la puerta del asiento del pasajero y la arrojó dentro. Luego, dio la vuelta, se subió al auto y se fue. Melinda queria saltar del auto, pero la puerta no podía abrirse.
-Y pensaron que estábamos haciendo una demostración pública de afecto. Ahora quiere
malarine-.
Ella se volteó para mirarlo y se encontró con un rostro negro como un trueno.
-El está loco. Bueno, yo también estoy enojada. No puedo creer que sus lacayos me siguieran
1/2
Se abrocho el cinturón, se apoyó en el asiento y cerró los ojos.
-Bien, dormiré-
Santiago pisó los frenos de repente. La inercia hizo que Melinda volara hacia delante, pero el cinturón de seguridad la mantuvo con firmeza en su lugar.
-¡Ây, mi estómago!=.
Miró a Santiago.
-Estás loco?!
-Alejate de Marcelo -advirtió. O tendrás que soportar las consecuencias.
-También es tu hijo, no?-bromeó Melinda-. Se parece un poco a ti. Te preocupa que pueda enojarme porque tienes otro hijo ahí afuera? ¿Por eso no quieres que lo conozda?
Santiago le echó una mirada helada, pero no dijo nada. Puso los ojos en blanco.
-¿Pensaste que lo busqué? Fue un encuentro casual. El destino quería que nos conociéramos, ¿entiendes?
El rostro de Santiago permaneció oscuro. El aire parecía congelarse. De repente, Melinda se dio cuenta de que cruzó una linea. Podia sentir una sensación de peligro que se cernia sobre ella mientras Santiago se acurrucaba más cerca, su mano apretando su asiento. Se acurrucó y cerró los ojos. El hombre miró sus labios.
-No me gusta repetirme. Esta es su última advertencia. Si intentas acercarte a Marcelo de nuevo, me aseguraré de que no vuelvas a ver a los niños.
Los ojos de Melinda se abrieron.
-Y pensé que iba a besarme…
-Sal de mi auto.
Parpadeó de forma tonta. El aire de peligro aún la rodeaba, así que rápido salió del auto. En el momento en que salió, Santiago se fue sin decir una palabra.
-¿Me dejo asi de facil?!..
2/2