Capítulo 31 Apoyar a mi hijo
Al ver eso, Samuel corrió hacia la escena. Los dos jóvenes continuaron haciendo preguntas sin sentido mientras se aferraban a los brazos de Pamela.
-¡Suelten a mi hermana! ¿Qué clase de niños son ustedes para intimidar a las niñas? —gritó Samuel mientras se acercaba y apartaba los brazos de los chicos.
Uno de los chicos se mantuvo firme y dio un paso adelante para patear el estómago de Samuel. Por suerte, el consiguió esquivarla rápido.
-¡Cómo te atreves a pegarme!
Soltó la mano de su hermana y se abalanzó hacia el pequeño, iarañando su rostro!
-Auch-el pequeño gritó de dolor como si hubiera sido atacado por un gato feroz.
-Jacobo, cestás bien?
El otro niño se sobresaltó y se apresuró a apoyarlo. Pamela se adelantó para detener a Samuel también.
-Samuel, olvidalo! Le hicimos una promesa a mama de que no causariamos problemas
s aqui.
-¡No estamos causando problemas, sino enseñando a los malos una lección aqui! No me importa quién seas, ipero tienes que pagar el precio por intimidar a mi hermana!
Estaba furioso.
-¿Qué quieres decir con olvidalo? ¡Me arañaste el rostro! Voy a hacer que te arrepientas -gritó el
niño herido..
Cuando la Señorita Baeza se acercó corriendo y vio que Jacobo tenia el rostro arañado y sangrando, se le encogió el pecho al instante. El chico gruñó a Samuel y refunfuñó esperando su venganza mientras su rostro temblaba de agonia. Su expresión lo delataba como el matón frecuente de la escuela. Respiró un poco antes de tomar su móvil para marcar un número.
-¡Mamá, ven al colegio ya! Me han arañado el rostro.
Con expresión timida, Pamela apretó el brazo de su hermano y pronunció:
-Samuel…
-No tengas miedo. El tiene a su mamá, ¡y nosotros a papá! -Samuel subió el tono y también
marcó un número.
Mientras tanto, en la espaciosa sala de video conferencias del Grupo Falcó, acababa de comenzar una video llamada crucial mientras Santiago estaba sentado adentro solo con Maximo haciendo guardia afuera. El estaba vestido elegante con un traje y zapatos de cuero, exudando total aplomo.
1/3
La reunión se llevó a cabo en Felara todo el tiempo, y un hombre de mediana edad Felarense estaba en la llamada.
-Creo que este proyecto tiene un excelente potencial de desarrollo según nuestro análisis. Deberían pensárselo. -Fue entonces cuando Santiago vio por casualidad el número de su hijo en su pantalla mientras estaba en modo silencioso. Agarró el móvil y respondió a la persona del video-: Enviame un correo electrónico cuando hayas tomado una decisión. Tengo que colgar la llamada porque me ha surgido un asunto. Adiós.
Rápido, cerró el ordenador y deslizó el dedo sobre el botón de respuesta del móvil, solo para escuchar una voz firme.
-¡Papa, ven a la escuela!
Máximo entregó a Santiago un contrato y lo siguió cuando salió de la conferencia.
-Señor Falcó, este es el acuerdo de cooperación con el Banco Federal. Por favor, échele un
vistazo.
-Vamos a guardarlo por el momento. Me dirijo a la escuela.
Santiago no se molesto en volver al despacho y entro directo al ascensor. Su figura desapareció antes de que Máximo tuviera tiempo de preguntar qué había pasado o cuándo volvería.
-Quienes pueden distraer al Señor Falcó de su trabajo solo pueden ser sus hijos o ella. El Señor Falcó ha cambiado de verdad, ahora es más comprensivo y humano.
Mónica apareció de la nada, con sus labios rojos brillando mientras preguntaba:
-Máximo, ¿cuándo terminará la video conferencia del Señor Falcó?
-Ya termino.
-¿No acababa de empezar? ¿Se ha cerrado el trato?
La mujer frunció el ceño, con el corazón cavilando.
Se ha ido a la escuela-respondió antes de dirigirse al despacho tras mirarla.
Se quedó helada en el pasillo repleto de esculturas y cuadros y se preguntó por un segundo si estaria alucinando.
élrá al jardín de niños, aunque es un día ajetreado en la oficina?..
Respiró hondo, reprimiendo la decepción de su corazón. El Lamborghini se dirigió rápido al Jardin de Niños Pequeños Genios y se detuvo en el césped. El hombre de negro salió del auto con las manos en los bolsillos y dando pasos seguros hacia sus hijos. Sus rasgos faciales eran asombrosos y su alta figura irradiaba un aire de dominación. La madre de Jacobo, que iba cubierta con joyas, no estaba lejos. Volted en cuanto salió del auto, maldiciendo a Samuel mientras se apresuraba a proteger a su hijo con los brazos.
2/3