Capítulo 18 La inesperada Señora Falcó
Melinda recordó las sospechas de Santiago sobre su copia del trabajo de Emma la noche anterior, así que recordó su conversación.
¿Me habrá creido o no? ¿Ha renunciado por completo a su matrimonio? ¿De verdad piensa atarse a mi el resto de su vida?»,
No fue hasta que unos zapatos rojos de tacón le llamaron la atención que recuperó la cordura y miró a la dueña de los zapatos. Un rostro extraño y distante apareció entonces ante su vista. De pic, Mónica miró a Melinda con un atisbo de hostilidad en sus frios ojos. Al ver aquello, Melinda echo un vistazo al deslumbrante Bentley rojo no muy lejos y pensó:
¿Cómo ha entrado aquí?..
-¿Has terminado de hacer tu número?-preguntó Mónica con sarcasmo, con ojos fríos y desdeñosos. ¿De verdad crees que alguien como tú puede casarse con ricos? Quizá los cerdos empiecen a volar mañana.
¡Cuánta hostilidad y celos! ¿Es la admiradora de Santiago?
Melinda permaneció tranquila y elegante, como las rosas que tenia detrás. Se limitó a poner una sonrisa e ignoró por completo a Mónica.
-Melinda, ¿verdad?-Los ojos de Mónica eran profundos, destellando desdén-. No sé lo que tienes en mente, pero sé lo que Santiago está pensando..
Melinda mantuvo la compostura.
-¿Qué? Dimelo. Tienes toda mi atención.
-A Santiago no le interesan las mujeres. Su carrera siempre será lo primero en su corazón.
-¿Y qué?
Con tono burlón, Monica anunció:
-¡Hizo un escándalo tan grande contigo solo para ir en contra de la Señora Falcó porque no quiere casarse!
Mientras tanto, Melinda tomó con tranquilidad un sorbo de té de jengibre y sonrió, sin tomarse a pecho estas palabras. Decía que estaba deseando casarse con él. Su actitud poco reactiva provocó a Mónica
Estoy hablando contigo!
Melinda levantó la mirada mientras permanecia sentada.
-Love
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-Escuchaste lo que dije?!
Cuanto más agitada estaba Mónica, mas tranquila estaba Melinda.
Solo quiere provocarme y hacerme perder la calma. Bueno, no voy a dejar que se meta bajo mi piel..
Melinda dejó su taza de porcelana y preguntó con una sonrisa:
-¿Y tú quien eres? ¿Por qué tienes una nariz tan grande? Parece que te metes en los asuntos de todo el mundo.
-Tú… –Mónica entornó los ojos.
-¿Qué clase de reacción esperas de mi? -Con una sonrisa, Melinda sacudió la cabeza y miró a Mónica con ojos claros- Has escuchado alguna vez que una persona muerda al perro que la ha mordido:
En ese momento, la furiosa Mónica levantó la mano para abofetear a Melinda. Al instante, Melinda se levantó y agarró la muñeca de Mónica, levantando su delicada mano en el aire. Gael, que acababa de salir del salón, vio esta escena y se apresuro a acercarse, nervioso y preocupado. Cuando Melinda aplicó un poco de presión con los dedos, vio que las pupilas de Mónica se contraían de dolor.
-¡Sueltame! Sueltame. -Mónica apretó los dientes de dolor-. Si me pones una mano encima. no te saldrás con la tuya.
Melinda le dio un fuerte empujón, haciéndola retroceder varios pasos y casi torcerse el tobillo con sus zapatos de tacón.
¡Caramba! ¿Sabe artes marciales?.
-Hoy me duele la espalda, asi que no jugaré contigo. -Melinda la miró y luego miró hacia las sábanas que colgaban cerca con una leve sonrisa. Santiago tiene tan buen aguante que podria mantenerme despierta toda la noche, incluso estropear las sábanas. Tengo que volver y descansar un poco. Luego, volvió a mirar a Monica con un atisbo de advertencia-. Si estas enfadada porque se casó conmigo, desquitate con él.
-¡Alto ahi! Mónica se exasperó-. Te duele la espalda solo por las largas horas que pasaste trabajando en el campo antes! ¿Crees que llevar un vestido de noche te convierte en princesa? ¡Una campesina siempre será una campesina! Ni siquiera eres digna de él.
-Puede que no sea digna, pero él ya se ha casado conmigo. ¿Qué puedes hacer al respecto?
Melinda se alejó entonces con paso arrogante y ni siquiera miró atrás al entrar en el salón.
I
¿Qué está pasando!-
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