Capítulo 46
¡Nunca lo creerla!
Lorena levantó los párpados con indiferencia, en su mirada no se vieron emociones.
En cambio, un rincón del corazón se venía abajo poco a poco.
El pasado que había ocultado y olvidado deliberadamente parecia presentarse ridiculamente para ser ojeado y escamecido con impunidad.
¡Burlándose de ella por lo infantiles y frivolos que eran sus sentimientos en ese momento!
Su corazón palpito con un dolor agudo y familiar cuando las emociones del pasado volvieron a su
mente.
En lugar de eso, Juan la miró con una actitud arrogante que fue como una bofetada en su cara, caliente. dolorosa y humillante.
Estaba tensa, conteniéndose.
Parecia haber una frialdad estancada en el aire.
-Je, te da miedo admitirlo Lorena, es que me quieres con locura.
Te daré una oportunidad, mientras admitas que me amas, dejaré que vuelvas a ser la Sra. López.
Juan se puso en pie, su figura erguida se acercaba, se cernia sobre ella, le forzaba.
Miró sus rasgos brillantes y se hizo un pequeño cosquilleo en los labios mientras la observaba
silenciosa y pensativa.
Juan se enganchó el labio inferior y, de repente, alargó el brazo y rodeó la esbelta cintura de ella; la
distancia se estrechó al instante.
Lorena no se lo negó, sino que lo rodeó por la cintura.
Juan se distrajo al instante y, mirando la piel blanca y suave que tenia delante, se agacho y estuvo a
punto de besarla…
Pero al segundo siguiente.
Con una fuerza repentina en la mano, le empujó hacia atrás, dándole una patada en la pantorrilla y
-luego en la rodilla, todo el movimiento era rápido.
+15 BONUS
Juan no estaba preparado, y todo su cuerpo retrocedió inconscientemente, pero el agudo dolor de sus piernas le impidió retroceder con firmeza.
Por suerte lo que estaba detrás de él era el sofá, lo impidió que se cayera al suelo, la miró sorprendido.
-Lorena Suárez…
Contuvo sus emociones en la voz, su expresión era fría y profunda.
Lorena se rodeo con los brazos y se acercó lentamente..
En las comisuras de sus labios apreció una sonrisa de diferencia:
-Juan López, qué mala suerte tuve que me casé contigo, ahora ni te miro aunque te mueras delante de
mis ojos, no seas tan egocéntrico, ¿entiendes?–.
La cara de Juan cambió ligeramente con algunas emociones complejas.
Se levantó y se arregló la ropa, con el rostro profundo y frio.
De hecho, todavia ella no se olvidó de él.
-Te lo compensaré.
Su voz era baja y contenida, iban a ocultar los secretos para siempre y mandarían a Susana lejos
también.
Ella simplemente no pudo aceptar lo que había pasado y todavia lo odia, por lo que él tenía que hacer
algo para ella.
Cuando se calmaba, naturalmente volvería a su lado.
Lorena no pudo evitar reirse a carcajadas, ¿compensación?
-Ahórratelo, no lo quiero.
Un hombre poderoso como Juan pensaba que una sola palabra era una bendición, ¿no?
Pero se sentia increiblemente ridicula.
¿Qué iba a hacer él para compensar la pequeña vida que ella habia perdido?
Podia que se le había olvidado hacía tiempo, pero ella no.
Bajo la mirada y tomó el grueso diario de la mesa.
+15 BONUS
En ese momento, el corazón bombeó violentamente durante una fracción de segundo.
Desapareció en un instante.
Cada palabra del diario era una memoria muscular para ella, y la angustia se convirtió en algo habitual.
No entendia lo fuerte que había sido su amor al principio y lo miserable que era.
La alegría y la tristeza que antes sentia cuando escribía su diario eran equiparables a lo mucho que
detestaba la estupidez y la ingenuidad de sus primeros dias.
Conteniendo sus emociones, tomó con calma el diario y pasó a la última página y descubrió lo que
quería ver.
Pirdió el cuidado y se enganchó los labios.
Era estupendo que tuviera logros.
Se dio la vuelta y se llevó a Juan, su voz indiferente y las palabras que pronunció mezquinas y
maliciosas:
-¡Juan López, que envejezcan juntos pero no tengan hijos nunca!