Capitulo 16
Ella no dijo palabras superfluas,
Juan la miró profundamente, con sus finos labios apretados. Parecia un poco vacilante, pero aun asi optó por abrir la boca:
-Las técnicas de conducción en casa y en el extranjero son diferentes, y por la noche tenía mal campo visual quizás ella no te vio …
Por supuesto que Lorena supo a quién él refirió. Escuchando su justificación por ella, tiró
violentamente su taza de café sobre la mesa y se levantó de la silla. Incapaz de contener la ira en su pecho, habló directamente:
-Ya has sabido que ella me provocó un aborto, ¿verdad?, y el hijo muerto también es tuyo, ¿debería perdonarla?
Sus palabras hicieron que el rostro de Juan se volviera tenso y rigido y sus ojos mostraran la profundidad y la complejidad.
Juan hizo una pausa, conteniendo el sofocante dolor de su pecho, suavizando el tono, pero pareciendo aún frío y duro, habló con la voz algo seca y pesada:
-Tendremos otro hijo, Lorena, arreglaré su partida al extranjero…
En los últimos dias, desde que ella desapareció, notó por primera vez que Juan estaba sin medios. Cuando miró hacia atrás, descubrió que la habla tratado de manera cruel. Durante este periodo, parecía haber ignorado demasiado sus sentimientos. En el duermevela de medianoche, él también sentia frio y escalofrios. Sin embargo, el arrepentimiento no sirvió para nada ahora.
Lorena no pudo evitar reir mirando al cielo, con el pecho agitado por la ira. Penso: «¿Acaso queria apartar a Susana de nuestra vida aparentemente y en realidad esconderla en otro lugar con el fin de satisfacer a ambas partes? ¿Yo debería estar agradecida?»
Pensaba que Juan sería un poco clemente y compasivo con su propio hijo. La verdad era que no deberia esperar en él, ya que ella siempre olvidó que él siempre mostraba preferencia por Susana.
La mirada de Lorena estaba teñida de frialdad, lo miró fijamente con su rostro inexpresivo, ironizó con
la voz fria e indolente:
-He olvidado que vosotros tenéis vuestro propio hijo, pues no te importa la vida de mi hijo.
1.43
Al oir eso, Juan se estremeció ligeramente y sintió el dolor sordo en el pecho como si le hubiera golpeado algo pesado. Eso no era lo que pensaba en realidad. Frente a su malentendido, frunció el ceño. Lorena lo interrumpió justamente cuando estaba a punto de explicar algo:
-Firma el divorcio y la dejaré en paz, de lo contrario, haré que ella también pierda a su hijo.
Cuando lo dijo, su voz era muy fria, sin ninguna temperatura. Sin duda era una amenaza descarada.
Al frente de la amenaza, Juan mostró una expresión sorprendida, la miró por un momento, sus ojos negros se volvieron más profundos y todo el aire se enfrió al instante. No obstante, después de pensar un rato, cambió ligeramente de su actitud y la contó con el tono más suave:
-Lorena, te compensaré, no hagas daño a los inocentes.
Lo dijo con voz profunda y severa, sin notar que se le demudó el rostro a Lorena, ya que le parecía más ridiculo lo que dijo. Queria saber si Susana era inocente, acaso no lo era ella misma? Ya que Susana podia hacer daño a su hijo, ¿por qué no podria herir al hijo de Susana? Ella no crela que Susana fuera inocente.
En ese momento sono el teléfono de Juan. Cuando vio quién lo llamó, fruncló un poco las cejas e inmediatamente recibió la llamada.
Se oyo que dijo llorando:
-Juan, Pedro ha desaparecido, en pocos instantes lo he perdido de vista, ¿qué puedo hacer?
Con la mirada sombriały oscura, Juan la miró fijamente instantáneamente a Lorena que tenía al frente. Un par de ojos mostró la frialdad y seriedad. (2)
Luego la consoló a Susana con unas palabras, colgó el teléfono y miró a Lorena en silencio.
Poco después, le interrogó con voz ronca e indiferente.
-¿Tú lo has hecho?
Lorena guardó silencio y no le contestó. Esta reacción le parecia a Juan un asentimiento tácito. Sus ojos oscuros manifestaron un poco de ansiedad:
-¿Dónde está Pedro?
Aun así, todavia no creia que Lorena pudiera hacer daño a los inocentes, a
pero tuvo que creerlo en esta situación.
23-
Lorena golpeó el acuerdo de divorcio en la mesa, como si estuviera haciendo un trato con Juan. Además, ella era la persona que ganaria
Mientras tanto, Juan siguió mirándola fijamente en silencio durante un minuto entero. Sintió que su corazón se estaba enfriando poco a poco.
Ahora no le quedó otro remedio porque su culpa no sirvió para nada y Lorena no requirió su
compensación. Si no accedia al divercio, temia que ella hiciera algo aún más extremo, que cometiera
un crimen.
Su pecho se agitó, su garganta se estremeció ligeramente, su tez se volvió fria gradualmente. Con sus pensamientos revueltos, dijo con los ojos oscuros:
-De acuerdo, accedo al divorcio.
Luego, directamente cogió un boligrafo y firmó en el acuerdo de divorcio, luego lo empujó hacia ella, y le preguntó con un par de ojos hoscos:
-Entonces, ¿dónde está el niño?
Lorena bajó la vista, se levantó de la silla con el acuerdo y la bolsa y le respondió: -Vayamos primero por el certificado de divorcio, para evitar las molestias en el futuro.