Capítulo 224
“¡Ay!“, exclamó ella, volteando hacia él. “Saúl, ¿cómo es que llegaste sin hacer ruido? Me asustaste de muerte“.
“Estabas muy concentrada en lo tuyo“, Saúl echó un vistazo a la pantalla de la computadora y memorizó rápidamente lo que necesitaba.
Zulema se tocó el pecho, intentando calmarse: “Dime, ¿necesitas algo?“.
“El señor Malavé dijo que, si decides asistir a la feria, tendrías que hacerte un vestido a medida“, le dijo Saúl. “¿Tienes tiempo? El gerente de la boutique de lujo ya te está esperando“.
“Podría ir con la ropa que uso normalmente, no es necesario un vestido“.
“Pero las reglas del evento exigen que se use un vestido de noche“.
Zulema le preguntó: “¿Roque también va a ir?“.
“El señor Malavé hoy tiene reuniones todo el día, y además ya tiene traje, no necesita comprar otro“.
Al saber que Roque no asistiria, ella finalmente consintió con alivio: “Está bien“.
Saúl organizó un chofer y personalmente la acompañó al auto antes de regresar a la oficina del presidente: “Señor Malavé, ya está todo arreglado“.
Roque levantó la vista de los papeles: “¿Ella dijo algo?“.
“No“, le respondió Saúl. “Aunque cuando pasé por su escritorio, noté que la señora estaba viendo algo“.
“¿Ah si?“.
Saúl sacó su celular: “Lo fotografie, señor Malavé, échele un vistazo“.
Roque miró brevemente: “¿El Corazón Azul del Océano?“.
“Así es“.
Roque entrecerró los ojos levemente.
En la boutique de alta costura, tres empleados y un gerente rodeaban a Zulema, le ofrecían agua, revistas, bocadillos y todo lo que podían, al mismo tiempo otros de decían: “Sra. Malavé, mire, estas son las últimas tendencias de este mes en la revista. ¿Cuál le gusta? Se lo traemos para que lo pruebe“.
A Zulema no le importaba demasiado lo que se pusiera, siempre que cumpliera con el código de vestimenta del evento, así que, señaló al azar: “Ese estaría bien“.
“Entendido“.
Era un vestido de noche con una silueta sencilla y una falda larga en un delicado color blanco que lucía elegante.
“Ese será“, dijo Zulema. “No necesito probármelo“.
El gerente pareció preocuparse un poco. ¿Solo iba a mirar un vestido? Roque había sido claro, cualquier vestido que ⚫ ella se probara, se lo compraría, incluso lo que ella tocara, se adquiriría. Por las ventas y las comisiones, el gerente
definitivamente quería aprovechar la ocasión.
“Sra. Malavé, ¿solo va a probarse uno?“, le preguntó el gerente. “Tenemos muchos más, y con su figura y piel tan clara, debe elegir un vestido que destaque entre todos y capte todas las miradas, ¡para que brille en el evento!“.
Zulema hizo un gesto de desinterés: No es necesario, tengo que volver a la empresa ahora“.
Al oír eso, el gerente se desesperó y la detuvo: “Sra. Malavé, por favor, considere nuestra situación. Si viene y se va en menos de media hora, ¿cómo le explico a mis superiores?“.
Al escuchar eso, Zulema lo entendió. Probablemente Roque ya había puesto presión sobre la tienda, él siempre gozaba de un trato de superestrella VIP donde iba, con una multitud de personas alrededor, pero ella no estaba acostumbrada
a eso.
Ante la mirada casi suplicante del gerente, ella finalmente cedió, se sintió como una modelo de pasarela, probándose
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vestido tras vestido, pasando por toda la gama de colores. Finalmente, cuando se puso un vestido negro de sirena con hombros descubiertos, la voz de Roque resono detrás de ella.
“Eso se ve bien”
Ella se quedó inmovil, mirando en el espejo cómo Roque se acercaba lentamente a ella, su cabello estaba recogido, con algunos mechones cayendo sobre su esbelto cuello, y un clip blanco en la nuca, el vestido delineo su figura a la perfección, el negro resaltaba aún más su piel blanca como la nieve.
“El señor Malavé tiene un ojo excepcional para la moda, aquella prenda es una edición especial de nuestra tienda, única en todo el mundo“, comentó el gerente. “Es perfecta para la señora Malavé. Un vestido negro clásico y a la vez modemo, una pieza que toda mujer debería tener en su armario“.
Zulema, sujetando el dobladillo del vestido, se giró hacia él: “¿Cómo llegaste aquí?“.
No habia dicho Saúl que tenia reuniones todo el día? ¿Sería posible que la hubiera engañado?
“Fui a una junta en la sucursal y justo pasaba por aquí para recoger mi traje“, le respondió Roque con una expresión serena. “Te quedas con el que llevas puesto?“.
Zulema ya no tenía ganas de seguir probándose ropa, además, pensaba que todos le quedaban bastante bien, así que respondió: “Si, me quedo con este vestido negro“.
“Entonces, ¿deberia escoger un color de traje que combine contigo?“.
Ropa de pareja, se notaba a simple vista que eran el uno para el otro.
Zulema frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir algo, el gerente asintió con una sonrisa: “Exactamente, señor Malavé, los dos trajes a medida que encargó hace un tiempo son negros. ¡Qué coincidencia! Ustedes dos vestidos así lucirían espléndidos juntos“.
Roque esbozó una media sonrisa, tenue pero que alcanzaba a iluminar sus ojos, pero ella no quería saber nada de vestir ropa de pareja con él, entonces señalando con determinación dijo: “Quiero el blanco, ese vestido blanco ceñido con la espalda descubierta, me encanta“.
Roque levantó una ceja ligeramente, sin decir palabra. El gerente miró su expresión y se quedó quieto en su lugar.
“¿No estabas muy entusiasta hace un momento?“, le preguntó Zulema. “¿Por qué ahora no me atiendes?“.
El gerente soltó una risita nerviosa: “Señora Malavé, ese vestido negro realmente complementa su tono de piel, es elegante y distinguido, el otro…”
“Yo quiero el blanco“.
“Es que…“, el gerente parecía incómodo, no podía darse el lujo de ofender al señor Malavé, ¡después de todo, era un cliente muy importante!
“Oh, ya entiendo“, dijo Zulema con una sonrisa irónica. “No soy yo quien paga, así que mi palabra no tiene tanto peso como una mirada de Roque“,
Roque se paró a su lado, mirando en el espejo la imagen de ambos, hombro con hombro, él en verdad estaba satisfecho, le dijo: “Si te gusta, nos llevamos ambos, el blanco y el negro, escoge el que quieras para ponerte“.
“Solo quiero el blanco“. No quería tener nada que ver con un color que combinara con su traje.
“Está bien“, Roque se dirigió al gerente./”Envuélvelos“.
“Si, señor Malavé“,
Zulema estaba sorprendida, ¿en verdad había cedido tan rápidamente? ¿No iba a insistir un poco más? ¿O a tratar de persuadirla? Aquello era extraño.
Antes de que pudiera reflexionar, sobre ello, escuchó a Roque decir: “El blanco y el negro también combinan, es un
buen match“.
Zulema: “…”
¡No había pensado en eso! Claro, el blanco con el negro, y el negro con el negro, jambos daban la impresión de ser ropa de pareja! ¡Había caído en su trampa!
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“Yo…“, ella quiso cambiar de opinión, optar por un vestido de colores vivos y llamativos, pero Roque ya parecía haber adivinado sus pensamientos y le dijo de inmediato: “Cualquier arrepentimiento es inútil. Hace un momento te di una oportunidad“.
¡Había caído en su juego! ¡Este zorro viejo! Zulema sabía que no tenía razón, así que no le quedaba más que sentarse en el sofá y contener su frustración. ¡Roque definitivamente era demasiado astuto!
Él se dirigió a pagar con su tarjeta, y el modo en que sacó su tarjeta negra en la caja, sinceramente, era muy atractivo. Con una elegancia innata y una calma impresionante, era evidente que provenía de una familia distinguida.
Zulema no pudo evitar pensar que, si su amor por él hubiera sido genuino y se hubieran casado, seguramente habrían sido muy felices.