“¿Aún me aceptarás? Ya no soy la gran princesa. Ahora soy incluso peor que una persona promedio. Ni siquiera puedo hacer las tareas del hogar. ¿Seguirás pensando en mí como alguien genial?
La voz de Gabriella temblaba. Las palabras de Carl hicieron que se le llenaran los ojos de lágrimas.
La adoración llenó la voz de Carl mientras suplicaba: “Lo haré. A quien amo eres a ti y no a tu identidad como hija de los Ward. Quizás no lo hubieras creído entonces, pero estoy seguro de que ahora sí. ¡Gabriela, cásate conmigo!
Mientras escuchaba la propuesta de Carl, las lágrimas finalmente escaparon de los ojos de Gabriella y corrieron por sus mejillas.
Nunca pensó que Carl, a quien una vez despreciaba y detestaba, elegiría proponerle matrimonio cuando se encontraba en el momento más difícil de su vida. Siempre lo he entendido mal. Él realmente me ama.
Una sensación cálida se filtró en su corazón ante ese pensamiento. Aunque no era excelente (ahora incluso estaba discapacitado), lo que Gabriella necesitaba ahora era una familia que pudiera protegerla y un hombre que se preocupara por ella.
Justo cuando estaba a punto de hablar, Carl continuó: “Gabriella, sé que no soy lo suficientemente buena para ti. Perdí el uso de mis piernas por algunas cosas del pasado y realmente no soy digno de ti. Pero aún así, espero que puedas aceptarme. Por favor, considéralo, Gabriella. Si me quieres, iré a buscarte a tu casa mañana. Volvamos a mi casa. Volvamos a un lugar donde serás amado”.
“No necesito considerarlo. Sí. ¡Te acompaño!”
Para entonces, Gabriella ya estaba sollozando; Carl había derribado sus defensas.
Carl podría darle todo lo que quisiera. ¿Por qué no le diría que sí?
“Eso es genial, Gabriella. Estoy tan feliz. No pensé que me aceptarías; Pensé que me ibas a rechazar sin dudarlo”.
La alegría era audible en la voz de Carl. Era un día que había estado esperando durante mucho tiempo.
“¿Cómo puedo? Me alegro de que no pienses que soy una carga ahora”.
Gabriella exhaló un profundo suspiro. Después de experimentar tantas cosas, se dio cuenta de que había cambiado su forma de ver las cosas.
Ya no era la vanidosa y orgullosa Gabriella. Ahora, ella era solo una mujer común y corriente que anhelaba una vida feliz y estable.
“Gabriella, prepárate entonces. Te recogeré en tu casa mañana. Iremos a ver a los Johnson antes de discutir un matrimonio futuro —le dijo Carl.
“Bueno. Haré las maletas y te esperaré —arrulló Gabriella.
Finalmente voy a tener una familia propia y un hombre que me ama y me protegerá. Tendremos una vida feliz por delante.
Fantasías felices comenzaron a llenar la mente de Gabriella. Por un momento, sintió como si su final feliz estuviera justo frente a ella.
Mientras tanto, después de que Carl terminó la llamada, la sonrisa de su rostro desapareció.
“Gabriella, finalmente has dejado de rechazarme. Sin embargo, ¿realmente crees que tengo esos sentimientos por ti? Eres sólo mi juguete. Una vez que estemos casados, te pagaré mil veces la humillación que me obligaste a soportar.
Una vez que Carl logró su objetivo, se quitó la piel de oveja y mostró sus colmillos. Todavía amaba a Gabriella, pero ya no era el mismo amor que solía tener.
En el pasado, ella era la diosa que nunca podría tener. Aunque la deseaba, sabía que era un sueño imposible para él.
Ya no era lo mismo. Carl sólo quería su cuerpo ahora. Sólo ansiaba la emoción de arrastrar a una diosa por el pedestal y convertirla en una mortal como él; sólo quería vengarse de Gabriella por menospreciarlo y humillarlo.
Esa noche, Gabriella se comunicó con el dueño de la villa para obtener un reembolso del alquiler. Después de empacar todas sus cosas, esperó en silencio a que llegara Carl.
A la mañana siguiente, Carl llegó según lo prometido.