“Mami, ¿dónde estás ahora?” Larry había esperado quince minutos, pero su madre aún no había llegado a casa.
Vivian supo que estaba cerca del vecindario cuando apareció la familiar hilera de tiendas. “Ya casi estoy en casa”.
Pronto llegó a casa y se estaba poniendo zapatillas en la puerta. Se sobresaltó cuando de repente escuchó la voz de Larry desde atrás: “Mami”.
Se giró y vio a Larry mirándola, con la mirada brillando con asombro.
Al momento siguiente, el niño frunció el ceño y dijo: “Mami, no te olvides de papá”.
Con eso, se dio vuelta y se fue a su dormitorio.
El pequeño esperó despierto a su madre para que llegara temprano a casa. Ahora que su misión había cumplido, finalmente podía dejar de lado sus preocupaciones e irse a la cama.
Mientras tanto, a Vivian le hizo gracia el comentario de su hijo. ¿Le preocupa que pueda encontrarle un padrastro?
Cuando entró al baño, notó que Larry la había ayudado a exprimir la pasta de dientes en su cepillo de dientes y le había preparado la toalla. En ese instante, sintió calidez en su corazón.
Con una sonrisa sincera, murmuró: “Calabaza, estás empezando a parecerte a tu padre”.
En poco tiempo, se cepilló los dientes y se quitó el maquillaje.
En su dormitorio, vio una nota escrita a mano en la mesita de noche que decía: Buenas noches, mami.
Las conmovedoras palabras le hicieron sonreír. Pronto cayó en un sueño profundo.
La vida siguió como siempre. Todos los días, Vivian se recargaba pasando tiempo en familia con Larry después de un día agotador de trabajo. El pequeño siempre había mostrado su cariño y preocupación por ella.
Se dio cuenta de que Larry empezaba a parecerse cada vez más a su padre.
A veces, ella encontraba algunas de sus expresiones faciales y comportamiento similares a los de Finnick. Era como una versión en miniatura de ese hombre.
Sin embargo, los dos tenían caracteres y personalidades diferentes. Finnick era una persona cálida, mientras que Larry era un poco autoritario y dominante.
Como madre, Vivian aceptaría a Larry tal como era. Es más, Larry fue la cristalización del amor entre Finnick y ella.
No podía pedir más mientras el chico estuviera siempre ahí con ella.
Una mañana, cuando Vivian llegó a la oficina, notó que todos los demás hablaban de ella. Algunos incluso la miraron con mirada envidiosa.
Después de sentarse en su escritorio, le preguntó a su colega sentado a su lado: “¿Qué pasó?”
Su colega parecía vacilante mientras hablaba: “¿No has oído hablar de eso? Vas a entrevistar al presidente de una gran empresa”.
Vivian no pudo evitar sentirse confundida.
Pronto, Lesley estuvo allí para aclarar sus dudas. “Vivian, ven conmigo”.
Lesley recibió la noticia cuando llegó a la oficina. Al ver a Vivian en su cubículo, la llamó a su oficina para hablar con ella al respecto.
“Ah, okey.” Vivian tuvo un mal presentimiento al respecto, pero no tuvo más remedio que cumplir con la orden del editor principal.
En su oficina, Lesley le pidió a Vivian que tomara asiento y luego le entregó un documento.
Los ojos de Vivian se abrieron mientras lo hojeaba. ¿Voy a entrevistar al presidente del Grupo Finnor?
Se sorprendió al saber que le habían confiado la tarea de entrevistar a Chase Neville, el hombre que se hizo cargo de la empresa de Finnick.
Aunque se resistía a entrevistar a ese hombre, debía cumplir la orden de su superior. Sin embargo, fue un trago amargo para ella.
Trató de negociar con el editor senior: “Um… Sra. Jenson, ¿no podría hacer esta entrevista?”
“O haces la entrevista o renuncias a tu trabajo”, fue la respuesta despiadada de Lesley.
Qué tonto soy al depositar mi esperanza en Lesley para mostrar misericordia. Al final, Vivian cedió. “Lo haré”.
Escuchó a Lesley cuando ésta le contó las cosas que debía tener en cuenta durante la entrevista.
Desanimada, salió de la oficina del editor principal arrastrando los pies y con los hombros encorvados. Me he esforzado por mantenerme alejado de todo lo que me recuerda el pasado. ¿Por qué deben pedirme que entreviste a ese hombre?
Vivian sabía que esta vez no podía huir.
Durante los últimos años, siempre se había negado a comprar cualquiera de los productos del Grupo Finnor porque le recordarían que la empresa había cambiado de propietario.
Incluso había trasladado a su hijo a una nueva guardería para evitar que fuera a la misma escuela que Joey.