Noah se acercó apresuradamente a Vivian, cuya cabeza estaba sorprendentemente envuelta en gruesas capas de vendas. “Eso es extraño”, pensó.
Recordó que antes solo vio heridas en las piernas de Vivian. Entonces, ¿de dónde vino esta lesión en la cabeza?
Noah la miró confundido pero decidió no preguntar.
“Estoy bien”, respondió Vivian. Sintiendo la confusión de Noah, explicó: “Pensé que eso sólo me había lastimado la pierna en ese momento. Hasta ahora no me había dado cuenta de que tenía una lesión grave en la cabeza”.
Vivian sonrió levemente. Este pequeño acto le dio vivacidad a su tez pálida por la cirugía.
La enfermera que la ayudaba lucía una sonrisa de uniforme y explicó: “Señor, esta señora acaba de salir de una condición crítica. Comenzaremos con los trámites de hospitalización para poder vigilarla durante un par de días. Si todo va bien, saldrá de aquí en poco tiempo”.
“Todo bien gracias.” Noah y la enfermera ayudaron a Vivian a entrar a su sala y a la cama asignada. Una vez que ella se instaló, él salió para completar los formularios y pagos necesarios para los trámites de hospitalización.
En el camino, Noah se topó con la enfermera de la ambulancia.
“Señor, ¿necesita un poco de agua?” La enfermera lanzó una mirada suave y abrió los ojos un poco con anticipación.
“No gracias.”
Noah quería pasar junto a la enfermera, pero ella le bloqueó el paso de frente.
“Señor, creo que aún no me he presentado. Soy Ivana”.
Ivana lo miró descaradamente. Era como si sus ojos estuvieran hechos de cristales o piedras preciosas pulidas: brillaban ante él.
Un simple “Mhm” refunfuñó por parte de Noah. Se apresuraba a completar los procedimientos de hospitalización para poder regresar antes con Vivian. No podía arriesgarse a que le pasara nada mientras él estuviera fuera porque las consecuencias serían una responsabilidad demasiado pesada.
Asimismo, esta responsabilidad no era algo que la pequeña enfermera que tenía ante él pudiera permitirse asumir.
“Señor, tal vez…”
“¡Apartese del camino!” Noah interrumpió con un tono profundo y sonoro. Le envió escalofríos por el cuello y la congeló en estado de shock.
Noah nunca fue un hombre exaltado, pero tenía que ser más duro ahora que el bienestar de Vivian estaba en juego.
Pensamientos conflictivos surgieron en la mente de Noah, racionalizando su crueldad. No importa si esta enfermera es una señora joven e inofensiva. No importa que esta enfermera haya ayudado a Vivian antes.
Ivana finalmente se recuperó de su sorpresa y dijo: “No he terminado de hablar, señor”. Pero antes de que estas palabras salieran completamente de su boca, Noah ya la había dejado en el polvo.
Al ver su espalda ancha encogerse en la distancia, suspiró soñadoramente para sí misma: “¡Está tan S**y!”
A decir verdad, Ivana se había enamorado del helado Noah desde el momento en que lo vio por primera vez. Sin embargo, ella estaba demasiado preocupada en ese momento para hacer algún movimiento; necesitaba cumplir con sus deberes de enfermería subiendo al paciente a la ambulancia lo más rápido que pudiera.
Entonces, de repente, a medio camino del hospital, Noah le pidió ayuda a Ivana. Esa fue la primera vez que escuchó su voz, que tenía un tono ahumado que la atraía completamente como un imán.
A pesar de la indiferencia de Noah al hablar con los demás, Ivana creía lo mejor en él. Ella creía que muy por debajo de ese exterior helado había un hombre extremadamente leal y considerado.
Esas creencias demostraron ser ciertas ahora que Noah se apresuró a cuidar de la señora Norton. Este era el hombre ideal que Ivana quería en su vida.
A Ivana no le importaba lo ridículas que parecieran sus acciones, cómo a Noah ahora le importaba un comino ella; ella haría un esfuerzo adicional y trabajaría el doble para que él se enamorara de ella.
Fantaseando con eso, Ivana esbozó una sonrisa nerviosa.
Después de completar los procedimientos, Noah regresó a la sala de Vivian y la vio acostada en la cama del hospital. No sabía qué decir. Pasó un rato antes de que pensara en algo y hablara.
“Señora. Norton, ¿te gustaría algo de comer?
Debe estar muriendo de hambre, pensó Noah preocupado al recordar cuánto tiempo había pasado desde que recibió su llamada urgente. Con los pies arrastrados por la preocupación, consideró salir a comprar algo de comida.
“No, ya desayuné algo”. Vivian no pudo evitar sonreírle a Noah, quien parecía visiblemente molesto. Continuó con una suave risa en su voz: “Todavía no tengo hambre”.
Vivian sabía que Finnick se quedaría atrapado en la comisaría durante algún tiempo, pero se dijo a sí misma que debía mantener una actitud positiva.
De lo contrario, Finnick se enfadaría si volviera y viera que me había preocupado muchísimo.
“Está bien. Como no tienes hambre, me quedaré aquí contigo”. Noah no sabía cómo ni qué debía hacer para consolarla; todo lo que podía hacer era quedarse a su lado y hacerle compañía.
Vivian asintió con la cabeza sin ninguna objeción.
De repente, Noah recordó que todavía había asuntos pendientes entre ellos. Él preguntó: “Sra. Norton, ¿para qué me llamaste hoy?
Pensó que también podría descubrir y completar cualquier tarea que ella tuviera para él. Como no tenía nada mejor que hacer, preferiría encontrar formas de ayudar a sacar a Finnick de la cárcel.