Finnick cerró los ojos y se llevó las manos a la frente. Con el ceño fruncido, esperó a que el mareo desapareciera. Vivian ya no estaba a la vista cuando finalmente abrió los ojos.
Al mirar la puerta cerrada del baño, sintió que le palpitaba la sien. Parece que sólo puedo explicárselo cuando salga.
Mientras tanto, Vivian podía sentir que le ardían las mejillas mientras se sentaba en la tapa del inodoro. Su corazón latía salvajemente en su pecho.
Tomándose la cara con las manos, empezó a sospechar si tenía fiebre. O si no, ¿por qué sentiría su cuerpo tan caliente al tacto?
Sin embargo, no se sentía enferma ni incómoda en absoluto.
Vivian colocó su mano sobre su pecho y sintió los latidos acelerados de su corazón. Esa sensación le resultaba sorprendentemente familiar.
Recordó que era el mismo sentimiento que experimentaba cada vez que Finnick se acercaba a ella cuando todavía eran amigos. ¿Será que una vez más me he enamorado de él?
Vivian se sorprendió cuando la idea la golpeó. Ella sacudió la cabeza, tratando de desechar ese pensamiento. No puedo volver a enamorarme de él. ¡Se acabó!
“Recuerda, ya no eres Vivian William. ¡Ahora eres Vivian Morrison! Deberías haber aprendido la lección hace cinco años. ¡No puedes volver a enamorarte de él, nunca!
Vivian se estaba lavando el cerebro cuando, de repente, fue interrumpida por el sonido de su teléfono sonando. Una sonrisa apareció en su rostro cuando vio que era Larry llamando. Ella respondió rápidamente a la llamada.
“¡Mami, soy yo!” Larry parecía emocionado por teléfono.
“Lo sé, es mi pequeña calabaza. ¿Estás bien en casa? Vivian bajó la voz para que Finnick no pudiera oír la conversación.
Larry respondió en voz alta: “¡Sí! Mami, hoy esquié con el tío Benedict. ¡Es súper divertido!”
Vivian soltó una risita. “¿Lo es? ¿Caíste?”
“Um… sólo me caí varias veces”, murmuró Larry mientras le daba vergüenza admitirlo. Luego añadió en voz alta: “Pero logré aprender a esquiar en poco tiempo. El entrenador me felicitó diciendo que aprendo rápido”.
“¡Oh, pequeña calabaza, eres increíble!” Vivian exclamó en tono exagerado.
“¡Ja! ¡Eso es seguro!” El pequeño estaba lleno de orgullo. “¡Pero el tío Benedict sabía esquiar mucho mejor que yo! Muchas mujeres guapas lo miraban mientras esquiaba”.
“¿En realidad?” A Vivian le hizo gracia. “Entonces necesitas entrenar más duro para que algún día puedas llegar a ser tan hábil como tu tío Benedict”.
“¡Lo haré!” dijo el chico seriamente. Luego preguntó: “Mami, ¿te divertiste allí?”
“Sí. Me lo paso bien aquí. Gracias por preguntar.”
“Me alegra escucharlo. El tío Benedict me dijo que estás demasiado cansado y que necesitas relajarte. Mami, desearía que pudieras divertirte. No necesitas volver temprano por mi culpa. Puedo cuidar de mí y del tío Benedict”. Larry parecía maduro, como un pequeño adulto, mientras tranquilizaba a su madre.
Vivian no pudo evitar sentirse divertida. Al mismo tiempo, las palabras de su hijo la conmovieron. “Gracias, pequeña calabaza”. Fue una bendición de Dios tener un hijo tan considerado y considerado.
“Terminaré la llamada ahora. ¡Divertirse!” dijo Larry en un tono alegre. Después de una breve pausa, añadió: “Sólo te llamé para decirte que el tío Benedict y yo estamos bien. No necesitas preocuparte por nosotros”.
“Lo tengo. Calabacita, eres la mejor”. Los ojos de Vivian se llenaron de lágrimas.
“Realmente voy a finalizar la llamada esta vez. ¡Adiós mami!
“¡Adiós!”
Vivian no pudo evitar curvar sus labios en una sonrisa sincera. Sintió que todos sus sacrificios y sufrimientos habían valido la pena para tener a Larry como su hijo. De hecho, Larry era tan importante para ella que ni siquiera podía imaginar cómo iba a vivir si lo perdía.
En ese momento, el recuerdo de Finnick obligándola a abortar volvió a su mente. Era su peor pesadilla y era la razón por la que nunca podría perdonar a ese hombre.
Oh, Vivian, ¿no has aprendido la lección? ¿Has olvidado lo despiadado que era? ¿Cómo pudiste volver a enamorarte de él después de lo que pasó hace cinco años?