Capítulo 32
Después supe por qué esa noche Renán me abandonó moribunda en el hotel, era porque el papà de Yuria se habla enfermado, un derrame cerebral por culpa de la bebida, y el tratamiento hospitalario y la rehabilitación costaron un dineral. Y el que siempre queria lo mejor de lo mejor, no escatimó en gastos: una habitación privada, los cuidadores más capacitados, un equipo médico de primera y el tratamiento de rehabilitación más avanzado, no vacilo en gastar miles, decenas de miles o incluso millones en Yuria, pero conmigo, era. tacaño hasta el extremo.
Yuria disfrutaba de sus atenciones como si nada, mientras que yo cargaba con un yugo pesadisimo; le debia, le debía una vida, los cuerpos intactos de mis padres y una deuda de dinero y gratitud que quizás nunca hubiera podido saldar en mi vida. Durante mucho tiempo, confundi la gratitud y la culpa con el amor, no sabia diferenciarlos, ni podia separarlos. A veces me preguntaba, ¿alguna vez amé a Renán? ¿Qué amaba de el? ¿Amaba el momento en que me salvó, o cuando se lanzó al carro en llamas para sacar los cuerpos de mis padres? ¿Amaba la preocupación y el miedo de perderme que vi en sus ojos en el momento de la explosion?
Parecia que yo sola me había hecho ilusiones, en ese entonces, crel que Renán realmente me apreciaba y pense que el también me amaba, pero todo habla sido un espejismo; todo el amor que senti por él, ahora parece un lejano espejismo.
“Nayra, ¿con qué cara sigues aferrada a la familia Hierro sin largarte? Cuando llegaste a la familia Hierro ya eras mayor de edad, ¿no tienes un poco de vergüenza? ¿Te quedas aqui acaso para acercarte más a Renan?“, Yuria habla caido por las escaleras en la familia Hierro el dia que yo sall del hospital.
Teresa se habla ido a Ciudad Góngora porque el padre de Renán no había estado bien de salud y pasaba la mayor parte del tiempo alli recuperandose; ella habla estado fuera casi medio año. Cada vez que se iba, me daba miedo, porque sin ella, no habla nadie que pudiera protegerme.
Renan en esa casa seria aún más atrevido conmigo. Pensé en huir, en esconderme en mi dormitorio, o incluso alquilar una habitación y vivir en un sótano, no me importaba, pero cada vez que lo intentaba, él me encontraba y me llevaba de vuelta a casa, preguntándome friamente hasta cuándo iba a seguir con mi teatro.
“Nayra, el truco de hacerse la victima si se usa demasiado ya no funciona“. Yuria estaba parada al lado de la escalera, mirándome con burla. “¿Sabes qué dice la gente de ti? Dicen que eres una calamidad, que llevaste a la muerte a tus padres y que desde que entraste a la familia Hierro, el padre de Renán está enfermo todo el tiempo, ¿para qué vives, siendo así?“.
“¡Callate!“, en ese momento, perdi el control de mis emociones, Yuria me habia tocado la fibra sensible. Ese dia era el aniversario de la muerte de mis padres: al principio, cuando llegué a la familia Hierro, Renán recordaba la fecha, pero luego la olvidó.
“Si yo fuera tú, me moriria de una vez por todas“, la prima de Yuria se rela desde abajo, y los amigos sinvergüenzas de Renán se burlaban de mi, nadie me consideraba una persona.
“Renán todavía no ha vuelto“.
“Nayra, he oido que estás desesperada por un hombre. Vamos, aprovecha que Renán no está aquí, baja y déjate consentir por nosotros“.
Esas palabras asquerosas, como una maldición, me hacían temblar por completo.
“Vamos, baja conmigo“, Yuria me agarró de la muñeca con fuerza, intentando arrastrarme escaleras abajo. Retrocedi asustada y, mientras luchaba, vi cómo ella deliberadamente soltaba mi mano, me miró con una sonrisa fría y luego se dejó caer por las escaleras.
Todos se quedaron en shock, levantandose de golpe. Miré a Yuria, tendida en un charco de sangre abajo. y
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Capitulo 32
luego a Renán, quien justo habla entrado por la puerta. Sacudi la cabeza, aterrorizada diciendo: “No fui yo, no ful yo“.
Pero nadle me creyó, incluso si todo el mundo, excepto Renán, hubiera visto claramente que no había sido yo, no hablarlan en mi defensa.
“Nayra! ¡Qué malvada eres!“, la hermana de Yuria se abalanzó sobre mi y me dio una bofetada, comenzando a golpearme con puños y patadas; yo solo me acurrucaba en un rincón, abrazando mi cabeza, sin atreverme
a moverme.
“No ful yo…”
Realmente no había sido yo.