Capítulo 8
De pie, parecía frío y sin corazón, vestido de negro.
Miró al hospital con ojos vacíos.
Entró, seguido por dos guardaespaldas.
Esmeralda miraba los vídeos de vigilancia en la sala de vigilancia, pero por más que observara con atención, era como si hubiera desaparecido sin dejar rastro. No pudo encontrarla.
Justo cuando estaba a punto de perder la calma de nuevo, una voz fría llegó desde atrás. “¿Perdida?”
Esmeralda se congeló y miró a la fría persona que estaba de pie en la puerta.
Muchas veces sospechó que no era su hijo biológico.
Siempre ponía una mirada seria y solitaria. No sabía a quién se parecía.
“No seas tan sarcástico. Date prisa en buscarla. No quiero que la descendiente de la Familia Almanza se quede sin casa“.
“No lo estará“.
Él era indiferente y ella no podía sentir ninguna emoción de su voz, pero hizo que la gente se sintiera asustada.
“¿Qué quieres decir?”
Carolina estaba escondida en un viejo edificio residencial.
Tal vez Dios había visto que daba pena y la estaba ayudando también. Se escondió en la esquina de la escalera y pronto se encontró con una anciana caritativa.
Le pidió a la anciana que la acogiera, y ella le dijo que sí.
Sólo cuando vivió en la casa de la anciana, descubrió que ésta no tenía hijos, que era una persona soltera.
Desde entonces, Carolina vivió en la casa de la anciana.
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Amor voluble
Durante tres meses, todo parecía estable y tranquilo.
Carolina empezó a buscar trabajos a tiempo parcial para ganar dinero.
Todo en lugares pequeños.
A medida que pasaba el tiempo, no se atrevía a relajar su vigilancia.
Un día, repartió comida en una villa privada.
Había mucha gente en la villa, y parecía que estaban celebrando una fiesta. La fiesta era una maravilla.
Carolina cogió la comida y quiso marcharse.
Sin embargo, justo cuando dio varios pasos, un hombre la detuvo. “Esa tía, ven aquí un rato“.
Carolina se detuvo y miró.
Un hombre con camisa floreada, pantalones cortos y un cigarrillo la saludaba.
Carolina se acercó. “Señor, ¿qué pasa?”
“Vaya a comprar unos pasteles para mí. Te daré todo este dinero“. Mientras el hombre hablaba, sacó un montón de dinero y se lo dio.
Al ver tanto dinero, a Carolina se le iluminaron los ojos y lo cogió inmediatamente. “¡Muy bien, te lo enviaré pronto!”
El bebé llevaba más de cuatro meses y cada vez era más grande. Tenía que ahorrar dinero por adelantado para preparar el parto.
Carolina cogió el dinero y se fue trotando.
En cuanto se fue, alguien se acercó.
“¿Por qué me resulta tan familiar esa mujer?“.
Al escuchar sus palabras, el hombre dio una calada a su cigarrillo y lo puso entre sus dedos. “Harry, no creo que te resulte familiar, pero estás interesado en esa tía, ¿verdad?“.
Amor voluble
Harry negó con la cabeza. “No, déjame pensarlo.
Definitivamente he conocido a esta mujer antes. ¿Dónde la he conocido antes?”
Cuando el hombre vio que realmente lo pensaba, le dio una palmadita en el hombro y le dijo significativamente: “Piénsalo bien. Si no puedes recordar, esa tía volverá más tarde. Te la enviaré. Tómate tu tiempo para pensarlo“.
Harry lo ignoró y siguió buscando a Carolina en su mente. Su intuición le decía que esa mujer era importante.
Carolina fue a la Pastelería XQ.
La Pastelería XQ era una tienda de postres de alta gama.
Los postres no sólo eran exquisitos, sino que tenían un sabor único.
Carolina calculó el dinero que tenía en la mano. Dejó unos cientos de dólares y el resto del dinero fue para los pasteles.
Esta tienda tenía servicio de entrega, pero ella los siguió y envió los pasteles a la villa.
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